Música, Actualidad y Prensa Amarilla (21/2014)

El Hidrellez es una fiesta muy antigua que se celebra desde los Balcanes hacia Asia Central

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Los ritos para dar la bienvenida a la naturaleza que se reflejaron a la cultural universal como resultado de la correlación entre la naturaleza y el hombre, se realizaron en Turquía el pasado 6 de mayo. La primavera que representa la resurrección de la naturaleza crea un entusiasmo de expectaciones. Este concepto universal está inmerso en la cultura de cada sociedad. Lo mismo pasa en la cultura turca. El día de resurrección de la naturaleza se conoce como “Hıdrellez” en el calendario popular. La tradición de Hıdrellez que ha venido siendo conservado en la cultura turca se celebra como la Fiesta de la Primavera desde la noche del 5 de mayo hasta la tarde del 6 de mayo.
Desde los tiempos más antiguos de la historia los cambios de los meses, estaciones y años siguen siendo festejados en ceremonia sociales. En la antigua cultura anatoliana esta cultura se hacía vivir como pasaba en Asia Central inspirada por el chamanismo. Los otomanos llevaron esta cultura hasta los Balcanes. La creencia en Hizr en la cultura turca está directamente relacionada con la llegada de la primavera. Los estudios mostraron que para todas las sociedades turcas nómadas o ganaderas, la venida del verano es un hecho muy importante. El calentamiento del aire, agua y tierra simboliza el recomienzo de la vida. Dos elementos se tienen que festejar por los turcos para que el año pueda ser fértil. Son aire y agua. Por esta razón se realizan varias ceremonias en la primavera. Porque de esta forma será posible iniciar una nueva vida para que los árboles, las plantas tengan más viveza y que los animales den a luz a sus críos. El calor dará vida a todo ello.
Para algunos islamólogos, Hizr es un profeta y su verdadero nombre es “Elías”. Algunos académicos alegaron que el profeta Hizr era un ángel. La leyenda que dio lugar a la celebración de Hidrellez se cuenta de esta forma: “Hay dos hermanos que se llaman Hizr y Elías. Estos beben del “agua de la vida” y logran la inmortalidad. Alá encomienda a Hizr a proteger la tierra y a Elías a guardar los mares. Ambos ayudan a los necesitados. Cada 6 de mayo se unen una vez al año. Así la Tierra se ciñe de verde. Según una versión, Hizr y Elías se reúnen en el fondo de un rosal o a la ribera del agua a la noche del 6 de mayo.
Hizr y Elías reparten la abundancia y cumplen las peticiones de la gente. En el día del Hidrellez se limpian las casas y se llevan nuevas ropas. Todos estos preparativos son para encontrarse con Hizr. Éste reviste con abundancia a cualquier logar que toca en la tierra. Por esto, a la noche del 5 de mayo, en toda Anatolia se dejan abiertas las puertas de las despensas, recipientes de comida y sacos de dinero. Además se preparan pequeños papelitos en los que se dibujan las peticiones. Se atan trapos rojos a los ramos de los rosales. Se cree que a la mañana del Hidrellez nacerá la abundancia en las casas. Se salta por encima del fuego para protegerse del mal de ojo y para lograr remedios para problemas sanitarios.
El Hidrellez es una fiesta muy antigua que se celebra desde los Balcanes hacia Asia Central. No sólo se celebra en los países musulmanes, sino también por los cristianos. Los ortodoxos y los católicos celebran este día como el Día de San Jorge. Esté donde éste y de la manera que sea, el Hidrellez es el símbolo de la reproducción del ciclo de la vida humana. Los que celebran de la manera más distinta viven en la aldea de Tahtakuşlar en la Sierra de Kaz (antiguamente Ida) Porque ellos prefieren festejar la llegada de la primavera junto a las tumbas de sus ancestros. Dotados con flores, cestas de golosinas y cántaros de agua se desplazan al cementerio de la aldea en la madrugada. Se colocan tapetes en el suelo y se ofrece café. Se habla con los muertos como si estuvieran allí. Además, las muchachas hacen recorrer las cestas de golosinas. Hay rosas y pétalos por todas partes, desde las tumbas hasta los cántaros. Se beatifica la vida en la primavera y se infunde la creencia de que cada humano es mortal. Después de la comida se regresa a la aldea. Los aldeanos de Tahtakuşlar interpretan el Hidrellez como la convivencia de la muerte y la vida. La aldea recibió premio de la UNESCO.


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