Música, Actualidad y Prensa Amarilla (31/2014)

Se reencarna la leyenda de Shajmarán. El Castillo de Serpientes construido por los bizantinos en el siglo XII será usado para fines turísticos

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Música, Actualidad y Prensa Amarilla (31/2014)

Yılankale se encuentra encima de la histórica ruta de caravanas que nace en Anatolia Central y que pasa por Misis, Payas y Antioquía. Tiene enorme importancia histórica por estar en el itinerario tránsito que comunica con la geografía de Oriente Medio. Como está fundado sobre los montes abruptos fue siempre difícil conquistarlo. El castillo era conocido antiguamente como “Kovara”. Los libros de viajes de Evliya Çelebi se refieren al castillo como “Castillo de Shajmarán”. Shajmarán es la reina de las serpientes. Su cabeza es de una mujer y su cuerpo es de una serpiente.

 

Su leyenda

Vivía un joven muy guapo llamado Tahmasp. Éste entró por error en una cueva donde había miles de serpientes. Cuando no podía ver nada en la oscuridad, apareció un espectro luminoso. Para ver lo que estaba se protegió la cara con las manos y vio que había miles de serpientes verdes o negras. Todas las serpientes se erizaron para ver de dónde venía la luz. Tahmasp vio la cara de una mujer que era guapísima. Pero al acercarse notó que su cuerpo era de una serpiente. La mujer se acercó y le dijo: “No tengas miedo. Soy la reina de las serpientes. Estoy aquí desde que nació la Tierra. No te haré ningún daño. Bienvenido seas a mi reinado. Tú eres mi huésped. Descansa un poco".

Cuando se levantó a la mañana siguiente, Tahmasp le encontró a Shajmarán sentada en una mesa de desayuno. No podía apartar sus miradas de esta mujer serpiente. Y ella también le miraba con atención. “Mira Tahmasp”, dijo Shajmarán. “Yo conozco la historia entera de la humanidad. Si quieres te la cuento”. Y le contó durante días y días. Así empezó uno de los amores más nobles de la historia. Pasados los días, Shajmarán ya no tenía nada más que contar. Tahmasp echaba de menos su madre y la luz del día. Un día le dijo ya no quería estar con ella. Pero al ver que Tahmasp estaba más triste, no pudo resistir y le dijo: “Escucha bien Tahmasp. Sé que si te permito ir, dirás a otros dónde estoy yo. Me traicionarás. En estas tierras los amores son hasta la muerte. Te quiero mucho y no puedo verte triste. Pero quiero que me prometas algo. Nunca báñate en el agua con otras personas. Y Tahmasp salió con alegría prometiendo que nunca traicionaría. Se acomodó en una aldea para trabajar de carpintero. Pero a veces visitaba a Shajmarán en su cueva. Pero estos días felices no duraron mucho…

El rey del país de Tahmasp se enfermó mucho. Ningún médico pudo encontrar un remedio. El visir malo del rey siempre le decía que el remedio estaba en Shajmarán. Al rey le hizo creer que comer un trozo de su carne curaría su enfermedad implacable. Y el rey mandó que encontraran a Shajmarán. Un sabio aconsejó que todos los habitantes del reinado se bañaran colectivamente en los baños y ríos. Porque de esta manera si había alguien que sabía dónde estaba la mujer serpiente confesaría su escondite. Cuando fueron al pueblo de Tahmasp, los soldados reunieron a todos y les llevaron a un baño grande. Tahmasp no quiso entrar en el agua porque le había prometido a Shajmarán. Pero al entrar por fuerza vieron que su cuerpo se convertía en la piel de serpiente con sus escamas. El visir macabro quería conocer todos los secretos del mundo en vez de curar al rey después de capturar a Shajmarán. Después de torturarle durante días conoció el escondite de Shajmarán. Le sacaron de su cueva y le trasladaron al palacio. Shajmarán y Tahmasp se encontraron delante del rey. Entristecida, Shajmarán le volvió a su amado: “Querido mío. No te preocupes. Sé que no me has traicionado por tu vida. Recuerdas yo te decía que los amores eran hasta la muerte. Ahora te doy un secreto. Quien muerda y coma un trozo de mi cola alcanzará todos los secretos de la Tierra. Quien coma una parte de mi cabeza morirá de repente”. En aquel instante, el visir malo partió en dos a la mujer serpiente con un espadazo. Arrancó una pieza de su cola. Y Tahmasp, en vergüenza, mordió la cabeza de su amada para morir instantáneamente. El visir murió en aquel momento. A Tahmasp no le pasó nada. Pero por el dolor de perder a Shajmarán empezó a pasear por todo el país.


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