El Patch Adams brasileño: el médico que viajó al Amazonas para acompañar a los enfermos con COVID-19

Henrique Rego, un geriatra de 38 años, decidió ofrecerse como voluntario en un hospital público de Manaos y terminó alegrando las tensas jornadas de combate contra el coronavirus con su particular método

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El Patch Adams brasileño: el médico que viajó al Amazonas para acompañar a los enfermos con COVID-19

Por: Federico Cornali

AA - La soledad de los pacientes con coronavirus que se encuentran aislados en cuartos de hospital suele ser un sentimiento mucho más doloroso que cualquier malestar físico, según los relatos de muchas personas que estuvieron en esa situación. Vacío e inquieto se sentía Henrique Rego, un médico geriatra que trabaja en Sao Paulo y quien al ver que suspendían las actividades en la clínica en la cual atendía hasta antes de la pandemia, no dudó en hacer sus maletas para dedicarse a quienes más lo necesitaban.

Era pleno mes de mayo y las imágenes que llegaban desde Manaos, capital del estado de Amazonas, eran aterradoras. Los muertos por COVID-19 eran enterrados en fosas comunes del cementerio municipal, mientras los familiares de los fallecidos lloraban y mostraban su impotencia a la distancia. Hacia allá fue Rego, quien además de sus instrumentos de medicina, incluyó en su maleta una guitarra y un ukelele.

Desde el aeropuerto internacional Eduardo Gomes, de Manaos, se dirigió sin escalas al Delphina Aziz, el hospital público que recibió el mayor número de contagiados de la capital amazonense, donde las camas de terapia intensiva comenzaban a escasear. Pero Rego ya sabía cuán complicado era el panorama. Además de ofrecerse como voluntario para atender pacientes en la sala de primeros auxilios y en la enfermería, llegaba con una misión que no había podido cumplir durante sus 11 años en Sao Paulo.

Además de su formación como médico en la Universidad Nacional de Río Grande do Norte, en el nordeste brasileño, de donde es oriundo, y de su posgrado en Medicina Integradora en el prestigioso Instituto Albert Einstein, de Sao Paulo, Rego hizo un curso con el estadounidense Hunter Doherty, más conocido como ‘Patch’ Adams, médico de la risoterapia que fue inspiración para una famosa película que protagonizó el actor Robin Williams.

“Siempre tuve esa inquietud. Más allá de mi profesión de médico, yo me defino como alguien dedicado a cuidar de las personas. Eso lo puedo hacer desde una consulta médica, usando un estetoscopio, con mi guitarra y mi música, o simplemente con una conversación de la vida, para acercarme a quien está sufriendo”, cuenta el geriatra.

Al ir ganando confianza entre sus colegas y los pacientes del hospital Aziz, Rego se animó a desenfundar el ukelele en las pausas destinadas al almuerzo. “Al principio, se sorprendieron, pero luego se fueron sumando con coros y palmas. Poco después, nos autorizaron a llevar la música al ala de pediatría, y otros compañeros que tocaban diferentes instrumentos se fueron sumando a la banda”, recuerda el médico potiguar, como se les dice a los nacidos en el estado de Río Grande do Norte.

Como “cuidador de personas” –así le gusta que lo llamen–, Rego sabe que la prohibición que los pacientes con coronavirus tienen de recibir visitas o tener acompañantes en la habitación los hace sentir muy solos y el miedo a morir bajo esas condiciones los lleva a la desesperación. La música, entonces, aparece como un mecanismo de abstracción. “Puede parecer algo insignificante para quienes no están en esa condición, pero para los pacientes con el virus una canción puede ser una motivación extraordinaria”, dice el médico. “Con el tiempo, aprendí a comunicarme con la mirada: podía verlos sonreír, aunque estuviésemos todos de tapabocas”, agrega.

Poco tiempo después de su llegada, Rego era el gran animador de los “pasillos de la victoria”, esa breve y feliz ceremonia en la cual los pacientes dejan el hospital tras recibir el alta con un letrero que dice: “le gané al COVID”, envueltos en aplausos de los empleados del establecimiento.

El repertorio del médico es amplio, ya que busca satisfacer todo tipo de pedidos, según el gusto de sus compañeros y de los pacientes, todos de diferentes edades. “Interpreto desde clásicos brasileños como Almir Sater, Raúl Seixas, Roberto Carlos y Legiao Urbana, pasando por el sertanejo, las canciones religiosas y algunos cantantes internacionales que me gustan”, explica Rego.

Actualmente. en situación de franca mejoría, con cada vez menos casos y fallecimientos por coronavirus, el estado de Amazonas fue uno de los más castigados de Brasil, y hasta hoy cuenta 97.079 contagios confirmados y 3.224 muertes. “El personal de salud jamás estuvo tan tenso, por lo cual para mí era un gran placer ver como todos festejaban cuando agarraba mi ukelele y comenzaba a tocar”, sostiene el médico.

Sin embargo, no todo fueron sonrisas y canciones en el voluntariado. Los peores momentos los vivió al tener que informar sobre la muerte de los pacientes a sus familiares, quienes no habían podido acompañar a sus seres queridos en esos últimos momentos.

Rego también recuerda a las familias que pasaban horas en las calles que rodean el hospital esperando un saludo, detrás del vidrio de la ventana, de sus parientes internados. “Incluso hubo una paciente de 16 años que nunca había dormido sola, fuera de casa. Los padres durmieron todos los días al lado de su ventana para que se sintiera acompañada. Fue algo emocionante”, cuenta.

El médico, profesor y músico abandonó el Delphina Aziz, de Manaos, hace unos dos meses, cuando la situación en la ciudad comenzó a tranquilizarse. De regreso en Sao Paulo, dice sentirse feliz sabiendo que el proyecto musical continuó en el hospital amazonense con sus colegas.

“Cuando llegué a Sao Paulo, hace más de una década, tuve miedo, pensé que podía ser considerado menos médico si les contaba que también era payaso, cantante, guitarrista y que me gusta hablar de amor”, explica. Con el paso del tiempo, Rego descubrió que no solo no sería menospreciado por ello, sino que ser multitareas le abriría varias puertas.

En el hospital Albert Einstein, de la capital paulista, mientras cursaba el posgrado de Medicina Integradora, conoció sobre diferentes formas de cuidado y uso de la música para controlar la agitación de ancianos con Alzheimer. Cuando terminó, comenzó a dar clases sobre el asunto en la misma institución.

“Siempre que se pueda, llevaré mi música e intentaré cuidar de las personas cada vez mejor, retribuir un poco lo que el mundo me dio”, sintetiza el Patch Adams brasileño, quien confiesa tener planes de crear una acción musical similar a la del Delphina Aziz, en Manaos, en las clínicas paulistas en las cuales atiende.



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