¿Qué hay detrás de las muertes de niños venezolanos a la espera de trasplantes de médula ósea?

Solo en mayo cuatro infantes han fallecido esperando un trasplante de médula ósea. El Gobierno culpa a las sanciones estadounidenses, mientras expertos y opositores aseguran que se debe a una agudización de la crisis asistencial desde el 2008.

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¿Qué hay detrás de las muertes de niños venezolanos a la espera de trasplantes de médula ósea?
CARACAS, Venezuela

Por: Andreína Itriago

AA - Giovanny Figuera no pudo celebrar el cumpleaños 28 de su padre. Tampoco pudo conocer a su único hermano. Tras haber luchado tres años contra una leucemia linfoblástica aguda, perdió la batalla el mismo día de ambos eventos familiares: el 6 de mayo de 2019.

Giovanny, de 6 años, fue el primer niño que falleció durante el quinto mes del 2019 en un conocido centro asistencial de referencia nacional, en Caracas, mientras esperaba un trasplante de médula ósea. Después de él fallecieron otros tres menores: Robert, de 7 años; Yeinderberth, de 8; y Erik, de 11.

Aunque el gobierno de Nicolás Maduro no suele referirse a la crisis asistencial en el país, a raíz de estas muertes rompió su mutismo y responsabilizó al gobierno de Estados Unidos.

“El programa de salud con Italia (para hacer trasplantes) se ejecutaba a través de CITGO (empresa refinadora de petróleo), confiscada por EEUU. Venezuela envió los fondos a través de PDVSA y fueron retenidos en Novo Banco, Portugal, gracias a las sanciones y el bloqueo criminal”, publicó en Twitter el canciller venezolano Jorge Arreaza el 27 de mayo.

En el tuit también publicó las órdenes de pago que había emitido la empresa estatal petrolera venezolana (PDVSA), así como los comprobantes de las transacciones que habían sido rechazadas por el banco portugués.

Voceros de oposición refutaron las pruebas. “Las (…) facturas (…) indican que son deudas de 2018, cuando no había sanciones sobre PDVSA. Muestra más bien que ustedes no pagaban a tiempo”, tuiteó Carlos Vecchio, representante en EEUU del líder opositor Juan Guaidó.

“La deuda con Italia no es de hace dos años, viene de antes”, le dijo a la Agencia Anadolu el exdirector del hospital JM de los Ríos y presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, Huníades Urbina.

De hecho, los familiares de los pacientes de Hematología de este hospital, entre ellos los de Giovanny, aseguran que durante dos años siempre se les dio la misma razón: les decían que PDVSA no tenía los recursos para poder llevar los niños a Europa.

Hasta 2017, en Venezuela se efectuaban trasplantes de médula ósea en dos centros de salud: uno privado y otro público. Ese año, en el marco de una escasez del 85% de medicinas e insumos médicos que aún se mantiene, Fundavene, una organización adscrita al Ministerio de Salud venezolano, decidió suspender “temporalmente” todos los procesos asociados a la procura y trasplante renal a partir de donante de cadáver.

“Con respecto a los trasplantes a partir de donante vivo, queda a juicio de los centros de trasplante hacer el análisis individual de cada caso y efectuarlo de acuerdo a la disponibilidad de medicamentos e insumos disponibles para garantizar el éxito del trasplante”, especificó Fundavene en una carta enviada a la entonces jefa del Centro de Trasplante del JM de los Ríos en el año 2017.

La prednisona, un fármaco corticosteroide que ayuda a inhibir el sistema inmunitario de los trasplantados para prevenir y tratar el rechazo de un órgano, era de los medicamentos más difíciles de encontrar en el país.

La suspensión se extendió a todos los trasplantes, en todos los centros de salud. Y en los dos únicos centros de salud donde se siguieron haciendo trasplantes de médula, estos solo se podían realizar si provenían de donantes compatibles. Los pacientes que no tuvieran donantes compatibles, entre ellos los pediátricos, debían viajar obligatoriamente al exterior.

El convenio de PDVSA era la única alternativa para muchos en un país en el que 92% de los hogares son pobres, según el estudio académico Encuesta de Condiciones de Vida.

Esfuerzo en vano

Giovanny estaba casi listo para recibir su trasplante y encabezaba la lista de espera de 30 niños del JM de los Ríos. El lunes 6 comenzaría la última fase de un costoso tratamiento de dos ciclos con clofarabina, un medicamento con actividad antitumoral que “tenía años sin llegar” al país, según cuentan sus familiares.

Para ellos, con los salarios que recibían, él como albañil y ella como peluquera, era prácticamente imposible costear las 16 ampollas, con un costo de 230 dólares cada una, que requería Giovanny para el tratamiento completo.

El núcleo familiar recibe el equivalente a 10 dólares mensuales, pero afortunadamente el hospital había recibido una donación y se las estaba dando a Giovanny de forma gratuita.

Pero de nada sirvió tener el medicamento ni el intento de sus padres por conseguir ayuda para trasladarlo. Giovanny murió cuando su nombre comenzaba a circular en los “servicios públicos” de las redes sociales, un mecanismo mediante el cual se apela a la solidaridad entre los connacionales.

Tras la muerte de Giovanny, en el hospital JM de los Ríos quedaron 29 niños más a la espera de un trasplante de médula ósea, cifra que se redujo a 26 tras las posteriores muertes de Robert, Yeinderberth y Erik.

Además de los cuatro niños que esperaban trasplantes, durante el mes de mayo otros dos infantes fallecieron en el JM de los Ríos, uno por un tumor de cráneo y otro por meningitis.

Según denunció Urbina a Anadolu, el centro de salud está en condiciones deplorables. Asegura que de 420 camas que había en la década de 1990, actualmente hay apenas 92 operativas.

Desde hace varios años el hospital no cuenta con equipo de Rayos X, ni tomógrafo, ni resonador magnético. En el laboratorio escasea el 80% de los reactivos. En la terapia intensiva que recibió Giovanny solo se pueden habilitar tres cupos de diez, debido a que los equipos están dañados. De siete quirófanos, solo funcionan dos.

“Todo esto retrasa el diagnóstico y tratamiento de los pacientes”, asegura Urbina, quien desde 2008 ha advertido sobre la crisis que atraviesa el sector de la salud en Venezuela, que a su juicio se ha agudizado en los últimos meses.

Algunos tienen más suerte que Giovanny, Robert, Yeinderberth y Erick y logran salir de Venezuela, aunque para algunos es demasiado tarde. La semana pasada trascendió a través del canciller Arreaza que un segundo niño venezolano había muerto en Italia mientras esperaba un trasplante de médula ósea “que no pudo llegar como consecuencia del bloqueo criminal de EEUU”.

Esa misma semana Maduro aprobó 50 millones de euros para la creación de una empresa textil para proveer de uniformes a los militares del país, y más de 6 millones de euros para la activación de la línea de producción de una subametralladora calibre 9.19 mm. “Deben saber que nos estamos liberando del imperialismo”, aseguró Maduro.

De acuerdo con información difundida por Larry Devoe, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos, con 5 millones de euros se pagaría el tratamiento de los 24 pacientes venezolanos que ya están en el país europeo.

En febrero de 2018, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos otorgó una medida cautelar para proteger a todos los pacientes del servicio de nefrología del Hospital J. M. de los Ríos.



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