Una Hoja del Calendario (02/2015)

La historia interesante del café y las cafeterías en el Imperio Otomano

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Una Hoja del Calendario (02/2015)

Se alega que el café que forma la bebida imprescindible de la cultura turca fue trasladado a Estambul en el período del Sultán Solimán el Legislador. Hay una historia de que el café se trasladó en 1554 y abriendo las cafeterías un año después que crearon una atención alta en el pueblo.

Se habla de que el café fue trasladado por primera vez por dos café aficionados árabes, Hakem de Alepo y Shems de Damasco a Estambul. Según la historia Shems de Damasco quien vino a Estambul en 1554 y su compañero Hakem de Alepo un año después, abrieron una cafetería en Tahtakale.

De misma manera por primera vez entre los años 1561 y 1562 según otras fuentes, el café fue importado desde los países árabes, pero este rumor es muy débil que otros.

Referente a la historia del café hay otra leyenda de que Özdemir Bajá quien fue nombrado al señorío de Yemen en 1547, después trasladó esta bebida con sabor inolvidable a Estambul.
Se destaca que pasando el tiempo las cafeterías se hicieron núcleos para la gente culta y capaz de lectura, que se expandieron a muchos barrios de Estambul. Aquí en estos lugares hubo la gente que se dedicaba en jugar ajedrez o tavla (chaquete), también las personas que querían leer sus libros, entonar las canciones recientemente compuestas o los que hablaban de los métodos de educación nueva. Excepto de la cúpula estatal, las personas elegantes e intelectuales hicieron las cafeterías en un club y tanques de pensamiento. Uno de los historiadores otomanos, Pechevi, habla de que las cafeterías otomanas recibían un buen número de personas que casi fue imposible encontrar lugar para siempre.

La palabra de ‘café’ en realidad significa ‘vino’ en árabe. Por este sentido literal de la palabra comenzó rumores entre la capa más religiosa del pueblo y Pechevi habla de este caso con estas palabras:

“Los imanes, muecines y los religiosos dijeron de que el pueblo ya llena las cafeterías ignorando las mezquitas y los autorizados religiosos decidieron de que son lugares llenos de maldades y es igual que ir a los bares. Gastaron su esfuerzo para su prohibición. Los muftís dieron órdenes para que se incendiaran las cafeterías hasta la última ceniza’’.

La clase de religiosos que se sospechaban del sentido de la palabra en árabe que significa ‘vino’ luchó durante largo tiempo de manera muy absurda contra las cafeterías. En un proceso se prohibió el café como el vino. Aún en el sultanato de Murad III se abrieron las cafeterías secretas igual que los bares secretos. Los adictos en los callejones o los lugares lejos de públicos comenzaron a buscar las cafeterías secretas utilizando las puertas traseras.

Al final se entendió que el café no fue el vino. La capa religiosa pasando el tiempo se hizo adicto al café y comenzó a declarar sus opiniones y directrices de que es un producto ‘halal’. Por ejemplo uno de los Jeques de la Ley Coránica, Bostanzade Mehmet Efendi, tiene unas declaraciones y ‘fatwas’ sobre este caso que se trata por Pechevi, el historiador otomano con estas palabras:

“Los predicadores y los muftís ya dijeron que no es necesario incendiar las cafeterías hasta que sean cenizas y no es un acto malo beber el café. No hay ni una sola persona que no bebe el café entre los religiosos, los autorizados estatales, los visires o intelectuales. El caso ganó un aspecto muy importante de que los visires yendo a las cafeterías probaron este sabor de adicción y tomaron unas liras de oro de los dueños de cafeterías’’

Entró a nuestra literatura la clausura de los bares en los últimos períodos del sultanato de Solimán el Legislador y la ausencia de una ‘gota de vino para remedio’ después de esta adicción lunática comenzada de café.

Este caso deja reflexiones en la Literatura Real a través de los versos como:
Son rotas las cubas y tinas, destruidos los cristales, no hay vino
¡Ay tiempo! Nos hiciste el prisionero del café

La primera fase de la historia de café en Estambul que comenzó hace cerca de 460 años, es un tiempo muy absurdo como les hemos pronunciado.


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