¿Es posible un 'reajuste' en las relaciones Turquía-UE?

La recuperación de las relaciones entre Turquía y la UE se debe a la aceptación de los líderes europeos de no mantener una relación basada en desigualdad e injusticia

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¿Es posible un 'reajuste' en las relaciones Turquía-UE?

 

 

El artículo del vicesecretario general y portavoz presidencial, Ibrahim Kalın, en el periódico Daily Sabah:

Turquía se encuentra en el estatus de "país candidato a la adhesión de la UE" desde 2005. Este proceso, que se consideraba como excitante y prometedor en las relaciones de Turquía con Europa, conllevó desilusión y falta de confianza más de lo que nadie pensaba hace 12 años.  

La crisis y los problemas que se produjeron a nivel regional y nacional tensaron las relaciones entre Turquía y algunos países comunitarios, y además suspendieron prácticamente el proceso de su adhesión a la UE. Sin dudas, se necesita un 'reajuste' en las relaciones Turquía-UE. Eso puede ser posible solo cuando ambas partes actúen justa, respetuosa e igualmente una a la otra.

Los ataques contra Turquía podrían concebir beneficios a corto plazo en términos de populismo, pero no garantizan la paz, la seguridad o la prosperidad para nadie. Para ser claros, los problemas que enfrentamos hoy en día van más allá de las fronteras de Turquía y Europa y afectan las relaciones entre las sociedades islámica y occidental en un momento de crisis, nativismo disruptivo, racismo y desesperación creciente en todo el mundo. Es imposible promover la paz mundial y mantener una cultura de respeto y convivencia a nivel mundial sin mundos islámico y occidental que se unen para gestionar sus diferencias y trabajar por el bien común de la humanidad.

Por el hecho de que en algunos países la tendencia anti-Turquía es para los intereses del electorado, se ha convertido en uno de los elementos principales de la política nacional. La situación, que empezó hace una década como un mero problema, ha formado parte de la política de tendencia básica de hoy. La concesión hecha para la extrema derecha podría tener consecuencias desastrosas. Si necesidad de decir, el anti-erdoganismo aparecido en Europa no sólo ha desatado una tensión en nuestras relaciones con estados europeos, sino que también ha dejado bajo riesgo a millones de ciudadanos turcos que viven dentro de la UE.

Turquía no es el mismo país que fue en 1963, cuando expresó su interés en formar parte de lo que entonces se llamaba la Comunidad Económica Europea (CEE). Ni ha seguido siendo lo mismo desde 1999, cuando se convirtió en un país candidato. Nuestra población casi se triplicó desde la década de 1960. Nuestro PIB ha aumentado en más de 80 veces desde 1963.

Por otra parte, Europa de hoy no es igual que su estado a los principios de los años 2000. Hoy en día el continente antiguo se convirtió en el lugar de los extremistas neo-nazi, popularismo y crímenes de odio contra los refugiados, musulmanes y otros. Las condiciones de seguridad que se empeoran rápidamente en Europa se unieron a los esfuerzos de algunos estados europeos de cerrar las puertas de la UE para Turquía, de este modo se ha reducido de forma estable el apoyo del pueblo a este proceso.

Mientras los populistas europeos atacan a nuestra cultura, nuestros líderes electos e intereses, Turquía ha hecho un llamamiento de un acercamiento más constructivo y novedoso. Recientemente, el presidente Recep Tayyip Erdogan, se reunió con líderes europeos entre los que estaba Angela Merkel después de la consulta de abril de 2017 para abrir una nueva página para las relaciones bilaterales.

Erdogan realizó estos encuentros a pesar de que el gobierno alemán, junto con varios otros países europeos, se había metido en asuntos internos de Turquía prestando apoyo a los opositores de la reforma constitucional, incluyendo a conocidos miembros del PKK y del grupo terrorista de Gülenista (FETÖ) y la prevención de reformistas.

Durante el encuentro de Bruselas con autoridades de la UE luego de la consulta, el presidente de Turquía confirmó de nuevo que está decidido para reavivar las relaciones Turquía-UE. Pero, la subida asfixiante de la extrema derecha europea ha impedido un avance al respecto.

Las elecciones alemanas de septiembre volvieron a estabilizar este odio hacia Turquía y presidente Erdogan que se generaliza paulatinamente. Eso tampoco podrá evitar el auge de la extrema derecha en Europa. Aunque los líderes de los partidos más grandes de Alemania hicieron estrictas declaraciones sobre nuestro país, los resultados electores exponen una verdad muy clara: más de un millones electores que votaron por CDU/CSU de Merkel en 2013 prefirieron dar sus votos al AfD racista en las recientes elecciones.

Sobre todo en la antigua Alemania del Este, los movimientos radicales de la derecha e izquierda por igual han hecho ganancias significativas a expensas de los partidos. El hecho de que los movimientos radicales se hicieran más populares en un momento cuando la economía alemana está funcionando relativamente bien plantea cuestiones sobre la validez de los supuestos tradicionales acerca de la pobreza y la radicalización. La política de apaciguamiento no funcionaba hace un siglo y no tenemos ninguna razón para creer que vaya a funcionar ahora.

Para nosotros, la membresía en la UE es un objetivo estratégico debido a las razones políticas, económicas y de seguridad. Turquía está desempeñando un papel sustancial por la seguridad europea en un mundo que se hace más peligroso. Pero no estamos para aceptar los dobles estándares, amenaza y enemistad clara.

La recuperación de las relaciones entre Turquía y la Unión Europea (UE) se debe a la aceptación de los líderes europeos de no mantener una relación basada en desigualdad e injusticia. Deben estar dispuestos a respetar las decisiones democráticas del pueblo turco; líderes electos y tratar a Turquía como un socio igual.

Lo mismo pasa con el derecho a viajar sin visado de Schengen que se debía otorgar hace muchos años para los ciudadanos turcos y con el acuerdo de Readmisión. El incumplimiento de las palabras de Europa se omite como un mero problema técnico mientras se acusa a Turquía de aguafiestas.

Una relación basada en el respeto y solidaridad mutuos servirá para los intereses tanto de Turquía como de Europa. Sin embargo, la carga de esta relación no se puede dejar solo sobre los hombros de Turquía. Si Europa vuelve la espalda a Turquía u otro país por algunas razones, es natural que estos países evalúen distintos medios. Además es insignificante interrogar el deseo de la perspectiva de política exterior turca de no quedarse limitada con el horizonte occidental en un ambiente político global multicéntrico.

En cambio, los europeos, cuando se toman en consideración las realidades del siglo XXI, deben salvar de la centralización europea que perjudican sus intereses y prestar atención a las preocupaciones de seguridad e intereses legales de Turquía. La creación de un clima nuevo para reajustar las relaciones euro-turcas sería posible poniendo los valores como justicia, equidad y respeto sobre los juegos políticos y el doble estándar.



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