Charlie Hebdo y el secularismo militante

El portavoz presidencial, Ibrahimm Kalın, redactó un artículo sobre Charlie Hebdo y el secularismo militante en el diario Daily Sabah

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Charlie Hebdo y el secularismo militante

La violencia y el fanatismo impuestos por el DAESH, Al Qaeda y otras organizaciones similares deben ser rechazados no por ser una cuestión de conveniencia política, sino por razones de principio. Sin embargo, la misma obligación debe estar válida también para el secularismo militante que busca legitimar el racismo y la intolerancia en nombre de la razón iluminada y la libertad.

Después de una semana de los atentados de Bruselas, la revista francesa Charlie Hebdo publicó un editorial en inglés que hizo esta pregunta: "¿Cómo hemos llegado hasta aquí?". El artículo sostuvo que "los atentados en realidad son solo la cara visible de un gran iceberg y la última fase del proceso de intimidación y silenciamiento con amenaza y violencia que estaba en movimiento durante largo tiempo y que se ejecuta a mayor escala posible.

La revista luego responde a su pregunta culpando a tres personas: un teólogo musulmán francés Tariq Ramadan, una mujer musulmana que lleva velo y un panadero musulmán que se niega a vender carne de cerdo. La manera de responder de la revista a esta pregunta pone de manifiesto varias cosas sobre el odio y el belicista inherente del secularismo militante. Charlie Hebdo se conoce por sus agresiones irrelevantes contra la religión. Pero, la revista también es experta en ofrecerles como críticas lógicas. Adelanta que sus caricaturas inadecuadas e deshonestas sobre el judaísmo, el cristianismo y el Islam se basan en los argumentos lógicos y las críticas iluminadas. Otro editorial de la revista va más allá de todo eso y consigue un nuevo nivel inferior en la intolerancia anti-musulmán. Descarga la culpa de todo que va mal en el continente viejo sobre la presencia de los musulmanes en el campo público.

Charlie Hebdo comete este error al suponer que el secularismo militante critica el fanatismo: se desecha los matices y agrupa a todos los musulmanes y las personas que tienen fe en una categoría de malas personas contra Charlie Hebdo y su buena gente.

En lugar de hacer una distinción entre la lógica y la ética de corriente musulmanes , que constituyen la gran mayoría de los 1,5 millones de musulmanes en todo el mundo , y los extremistas violentos rechazados por los musulmanes en todos los ámbitos , que trata a los musulmanes como sospechosos de radicalismo y el extremismo.

En lugar de hacer una distinción lógica y ética entre la gran parte de los musulmanes de 1.500 millones de musulmanes en todo el mundo y los extremistas rechazados por la mayoría de estos musulmanes, trata a los musulmanes como sospechosos de radicalismo y el extremismo.

La selección de Tariq Ramadan, una mujer musulmana anónima con velo y un panadero musulmán no es coincidente y revela cómo el secularismo militante responsabiliza a los musulmanes por el extremismo y el terrorismo que contienen la violencia. ​Esto es más que ser culpado por ayudar e instigar. Es una clara intolerancia bajo el matiz de sátira, ateísmo, racionalismo y valores liberales europeos.​

Como Ramadan, un musulmán, un europeo y alguien que tiene un conocimiento elogiable sobre ambos mundos, creo en que se sentiría orgulloso por relacionarse con una mujer o panadero musulmán, y otros musulmanes innumerables y devotos que viven en Europa y EEUU obedeciendo las reglas y el mundo musulmán. ​Nosotros también nos sentimos honrados. Pero, la selección de estas figuras muestra que Charli Hebdo se opone a la presencia de cualquier y todos los musulmanes en Europa como si pueda extender una alegación tan exclusivista en la cultura europea y su espacio público. Parece que la revista tiene miedo de la normalidad de un intelectual musulmán europeo, una mujer musulmana ordinaria y un panadero musulmán.

Charlie Hebdo piensa que puede decir esto con impunidad porque el secularismo militante establece hegemonía sobre la verdad y ofrece su versión de racionalidad y la razón como único camino válido hacia el conocimiento y la virtud verdadera.

¿Cómo es diferente de las reivindicaciones exclusivistas del DAESH, Al-Qaeda, el clan Klu Klux o neo-Nazis? ¿Cómo algunos pueden suponer que la única manera de hablar de la religión es atacarla tachando de irracional, inhumano y lleno de violencia? ¿Desde cuándo se ha convertido poner tales precondiciones en una particularidad distintiva?

No se trata de un pensamiento crítico o razonamiento acertado, sino que es la autopercepción del secularismo militante.

El secularismo militante, que sostiene tener razón, se concibe a sí mismo como una religión profana y demanda una sumisión absoluta. Demoniza el otro en nombre de racionalismo, progreso y libertad. Pone sus expresiones de odio en forma de la libertad para atacar a cualquier persona y todo. Considera el Islam como la última religión que se mantiene hasta ahora y le ataca brutalmente. Cuando su proselitismo fracasa, denuncia a todos como irracional y violento.

La equivocación del secularismo militante se evidencia por el hecho de que la violencia moderna es causada por las ideologías seculares y nacionalistas más a menudo que las ideas religiosas. La violencia doméstica y los ataques armados en las escuelas de EEUU se cobran la vida de un asombroso número de personas cada año y casi ninguno de ellos tiene nada que ver con la religión. La mayoría de ellos son el resultado de la cultura de la violencia moderna elogiada por la industria de entretenimiento, las redes sociales y las producciones de Hollywood. Desde el comienzo del siglo 20, el nacionalismo, el tribalismo, el socialismo y el comunismo, ninguno de los cuales tiene nada que ver con la religión, han provocado guerras sangrientas que se cobraron la vida de decenas de millones de personas en Europa, África y Asia. Estas ideologías se han presentado como sustitutos de la religión con la nación en lugar de Dios, y al mismo tiempo el proletariado, en lugar de la fe, y el estado comunista en lugar de la iglesia y la monarquía. La violencia moderna no necesita una religión para encontrar un lugar extremadamente común y preocupante en las sociedades modernas.​

En cuanto a la alegación de que la Islamofobia se utiliza como una herramienta para obstruir el criticismo, está muy lejos de ser un caso.

Cualquier persona con una mente sana sabe la diferencia entre un debate razonable y civilizado sobre la tradición islámica y los ataques racistas contra el Islam y los musulmanes. El Islam tiene una tradición honorable de debate crítico que continúa a lo largo de generaciones en la que están incluidos los académicos, juristas, filósofos, teólogos, sufíes, científicos y artistas. Aunque los musulmanes han olvidado la profundidad de esta tradición hoy en día, la realidad es que el Corán recomienda insistentemente el uso del pensamiento, la observación y la inferencia críticos y establece un equilibrio entre la razón, la fe y la virtud. Sin lugar a dudas, se puede hacer un debate racional e inteligente sobre el Islam sin ser intolerante.

El racismo contra los musulmanes, sin embargo, va más allá de las disputas lógicas y convierte a los musulmanes en criminales en base de su fe y cultura. Igual que debemos debatir sobre la intolerancia y el racismo con el fin de prevenir los posibles ataques, debemos hablar también sobre la Islamofobia y la intolerancia contra los musulmanes para proteger los derechos de los individuos y las comunidades musulmanes que tienen derecho a los derechos humanos fundamentales y las libertades civiles como todos. El debate sobre lslamofobia es importante para revelar a estos intolerantes, racistas y fascistas disfrazados de intelectuales y progresistas amantes de libertad. Charli Hebdo reitera las maldades del racismo sin querer ser llamado racista.

Deliberadamente o no, la revista creó un ambiente muy similar a lo sucedido en Alemania en los años 1930. Todos sabemos que desencadena la atmósfera de antisemitismo y alarmismo.

El fanatismo y la violencia del DAESH, Al Qaeda y otras organizaciones similares deben ser rechazados no por ser una cuestión de conveniencia política, sino por razones de principio. Pero, lo mismo debe estar válido también para el secularismo militante que busca legitimar el racismo y la intolerancia en nombre de la razón iluminada y libertad.



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