Se está colapsando la superioridad normativa de Occidente

El análisis del escritor Prof. Dr. Murat Yeşiltaş, director de Investigaciones de Seguridad de la SETA

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Se está colapsando la superioridad normativa de Occidente

Se está colapsando la superioridad normativa de Occidente

En medio de la actual agresión israelí en Gaza, surge una situación trágica en la que miles de civiles pierden la vida cada día. Esto va acompañado de matanzas brutales de bebés y niños, matanzas de mujeres embarazadas y de sus hijos no nacidos y ataques contra ambulancias que transportan a heridos. Mientras se cortan servicios básicos como agua, combustible, electricidad y acceso a Internet, hospitales, escuelas y campos de refugiados se convierten en blanco de bombardeos. Mientras decenas de miles de personas desarmadas se ven obligadas a abandonar sus hogares, los soldados israelíes detienen en masa a palestinos en Cisjordania. Mientras los colonos judíos ilegales llevan a cabo actos terroristas contra palestinos desarmados, los soldados israelíes colocan esposas con números en los tobillos de los detenidos, como si imitaran el trato nazi a los judíos.

Esta masacre y genocidio brutal y prolongado que hemos presenciado en los últimos 40 días se racionaliza como si Israel ejerciera su supuesto derecho de autodefensa. Mientras el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pone en práctica la retórica de guerra basada en la superioridad religiosa de los judíos, los discursos teopolíticos encuentran una respuesta seria en Washington. Mientras todo esto sucede, lamentablemente una parte importante de los países occidentales, especialmente Estados Unidos, no sólo guardan silencio, sino que también brindan un apoyo significativo a lo que Israel define como su supuesto derecho de autodefensa. Los principales medios occidentales informan sobre esta atrocidad de manera parcial y con evidentes prejuicios. Mientras que los bebés, niños y mujeres asesinados en Gaza son etiquetados como "muertos", los muertos en Israel son definidos como "asesinados". Estos dobles raseros, la hipocresía y el discurso dominante que legitima las acciones de Israel son indicadores claros de que se ha creado un "estado de excepción" para Israel en la comunidad internacional.

Este estatus excepcional otorgado a Israel revela que las repercusiones de las masacres de Gaza van más allá de las consecuencias geopolíticas. Los acontecimientos que se han sucedido durante 40 días subrayan el supuesto vacío progresivo del sistema internacional moderno. En otras palabras, revela la naturaleza perniciosa de la narrativa lineal de la historia que se supone conduce a lo mejor. La brutalidad de la guerra que estamos presenciando es una señal clara de la erosión generalizada de la hegemonía normativa occidental.

El sistema internacional moderno no se basa únicamente en el poder material; al mismo tiempo, con el establecimiento del sistema de las Naciones Unidas en 1945, se intentó construir un orden internacional basado en reglas. Al establecer organizaciones internacionales y establecer reglas, los estados se comprometen a prevenir conflictos, proteger a las víctimas de los agresores y construir un sistema global más pacífico. Además, después de la Segunda Guerra Mundial, se crearon documentos completos centrados en los derechos humanos. El objetivo es establecer un orden internacional pacífico haciendo que los Estados rindan cuentas respecto de estos principios. Sin embargo, las naciones occidentales, las arquitectas de este sistema, a menudo no han cumplido con estas normas. Más importante aún, utilizaron estas instituciones como herramientas para fortalecer la hegemonía occidental.

La respuesta de los países occidentales a las atrocidades de Israel en Gaza subraya aún más el colapso de la superioridad normativa de Occidente. La desaparición de esta superioridad no comenzó con Gaza. La supuesta hegemonía normativa de Occidente ya había perdido su credibilidad. La invasión estadounidense de Irak se basó en pretextos falsos y provocó la muerte de casi un millón de personas. Cuando comenzaron los levantamientos árabes, el discurso de la democracia demostró ser una herramienta que podía aplicarse selectivamente. Después del violento golpe militar liderado por Sisi en Egipto, los medios occidentales lo promocionaron como la “restauración de la democracia”. Posteriormente, Sisi fue recibido en las capitales europeas como símbolo de estabilidad en Oriente Medio. El Occidente permaneció pasivo después de que el régimen de Asad utilizara armas químicas en Siria. Estados Unidos ha establecido una asociación con YPG, una ramificación de la organización terrorista PKK, bajo el nombre de lucha contra DAESH en el norte de Siria. Francia permitió a la empresa Lafarge operar en zonas bajo control del DAESH en Siria. Si bien muchos países europeos definieron al PKK como una organización terrorista, permitieron las actividades del PKK dentro de sus fronteras. Todos estos son ejemplos de cómo Occidente utiliza la norma sólo para sus intereses estratégicos.

Tras la invasión rusa de Ucrania, el Occidente ha retratado colectivamente a Vladimir Putin como el Hitler de nuestro tiempo, describiéndolo como un dictador brutal que masacra a civiles, ataca infraestructuras civiles, convierte a personas en refugiados en su propio territorio y amenaza la integridad territorial de Ucrania. Sin embargo, esta postura normativa fue completamente sacudida por la brutal acción militar de Israel en Gaza.

El declive de la superioridad normativa de Occidente no es un fenómeno temporal y es probable que tenga consecuencias significativas. Una de las consecuencias más importantes es la posibilidad del surgimiento incontrolado de un nuevo orden internacional sin normas. Esto es muy importante porque un sistema que no esté basado en reglas conducirá a la formación de un orden anárquico. El segundo es la profundización de la brecha entre el mundo occidental y el no occidental y la proliferación de conflictos basados ​​en la identidad. Esto puede surgir no como un choque de civilizaciones, como sugiere Huntington, sino como un profundo choque de identidades que dará forma al orden internacional del futuro. Este riesgo se ha intensificado especialmente dentro del propio Occidente desde el 7 de octubre. El tercer resultado posible es que Occidente haya alienado a todo el Sur global. El sur global apoya a Gaza contra la brutalidad de Israel. En cuarto lugar, existe un fortalecimiento potencial de las políticas actuales de Rusia y China, donde ambos actores están construyendo un orden social sobre sus valores basados ​​en normas. El quinto es la posibilidad de que el mundo islámico se alinee con un eje geopolítico no occidental. Quizás esté entre las consecuencias más probables del estado de excepción que vivimos después del 7 de octubre y que protege a Israel.

Como resultado, el estatus excepcional otorgado a Israel en su agresión contra Gaza marca el fin de la supuesta superioridad normativa de Occidente y obliga a Occidente a lidiar con un colapso moral y político.



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