El doble rasero de Suecia

El hecho de que Suecia haga la vista gorda a estas acciones bajo la excusa de la libertad de expresión, que albergue a sospechosos o procesados de terrorismo sin extraditarlos es una opción política ilegal

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El doble rasero de Suecia

El doble rasero de Suecia

El acto de quemar el Noble Corán delante de la embajada turca en Estocolmo por parte del ultraderechista político danés, Rasmus Paludan, ha desatado una nueva discusión. Es bastante sorprendente que se haya realizado en Suecia este acto de Paludan, quien había cometido parecidos actos y sentenciado en Dinamarca por este motivo. Porque, Suecia necesita el apoyo de Türkiye para su ingreso a la OTAN. Todavía no ha recibido una respuesta positiva de Türkiye a causa de su política centrada en el grupo terrorista PKK. Por lo tanto, la cuestión no sólo consta de su aspecto de islamofobia. Sin embargo, considerar este acto ofensivo bajo el concepto de libertad de expresión es erróneo y peligroso.

Un análisis del profesor doctor Murat Yeşiltaş, director de Estudios de Seguridad / SETA.

La dimensión más crucial de la cuestión es la parte legal este acto agresivo. El hecho de que las autoridades suecas permitieran el mencionado acto agresivo por motivos de libertad de expresión constituye una situación que va más allá de los límites de los derechos humanos y la libertad de expresión. El enfoque de un tipo de “libertad de expresión sin fronteras” trazado en las declaraciones del gobierno sueco no se armoniza en la base de ninguna situación legal. Cuando se examina en términos legales, las declaraciones realizadas muestran la intención de crear un enfoque político basado en un concepto "simpático" como la libertad de expresión en lugar de basarse en una base legal. El Convenio Europeo de Derechos Humanos del que 46 países europeos, incluidos Suecia y Türkiye, son los firmantes, define la libertad de expresión su Art.10 de esta forma: “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión”.

Y en este caso, ¿pueden decir o expresar las personas todo lo que quieran? Entonces, ¿habrá que defender todavía la libertad de expresión si lo que dice daña a millones de personas, hasta solamente una?

Evidentemente, las respuestas para esta pregunta se recogen en el Art.10. El segundo párrafo del artículo sobre la libertad de expresión explica abiertamente que este derecho no es sin límite: “El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones, previstas por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la reputación o de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial”.

Gran número de resoluciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) relativas a la aplicación de estas disposiciones a hechos concretos emitieron fallos que resaltaron el criterio de la protección de la reputación o derechos ajenos. La Corte enfatizó que la libertad de expresión no puede ser considerada como el derecho a humillar a otros por motivos de raza, idioma, religión o sexo. Por lo tanto, la Corte ha implementado los principios de proporcionalidad o equilibrios entre derechos a la hora de trazar los límites de la libertad de expresión. Cuando la persona que quemó el Corán en Suecia tenía muchos métodos para expresar su opinión acerca del libro sagrado sin humillar la dignidad de los creyentes, el hecho de que lo hubiera hecho dañando la dignidad y los derechos ajenos debe ser considerado como una abierta desproporcionalidad.

De hecho, la Corte ha manifestado que considera que que es necesario determinar si los comentarios sobre la religión tienen un tono despectivo y si se dirigen directamente a los creyentes o constituyen un ataque a los símbolos sagrados.

No puede ser una forma de expresión legítima quemar el Noble Corán en el que miles de millones de personas creen, según este enfoque del tribunal. El hecho de que los órganos políticos o judiciales suecos hagan caso omiso de esta falta de proporción infringe efectivamente el Art.9 del CEDH sobre la libertad de religión y expresión y el Art.14 sobre la prohibición de discriminación, daña los derechos básicos, sobre todo, de musulmanes.

En relación con el que se permanezca callado ante los actos en Suecia de las estructuras del PKK considerado como banda terrorista por muchos países, incluso Suecia, se encuentran resoluciones explicativas del TEDH. En un caso, la Corte afirmó que las publicaciones y declaraciones provenientes de una organización terrorista prohibida no pueden ser consideradas dentro de la libertad de expresión cuando corren el riesgo de incitar públicamente a cometer un delito de terrorismo o blanquear el terrorismo, teniendo en cuenta no solo la naturaleza del autor y destinatario del mensaje, sino también el contenido del artículo en cuestión y los antecedentes sobre los que se publicó. Por lo mismo, resolvió que el contenido del artículo podría incitar más la violencia en la región.

La autorización de los actos de los partidarios de la banda terrorista PKK – permitidos en Suecia – en los cuales se hace la propaganda terrorista conlleva abiertamente el peligro de incitación abierta para la comisión del delito del terrorismo o el blanqueo del terrorismo. Estos actos, centrados en símbolos y consignas, tales como “todos somos el PKK”, tienen la característica del blanqueo del terrorismo y violencia ilegal. Aunque la jurisprudencia clara del TEDH muestra que estas situaciones están más allá de los límites de la libertad de expresión, permitir estas acciones no se explica a partir de la libertad de expresión. El hecho de que Suecia haga la vista gorda a estas acciones bajo la excusa de la libertad de expresión, que albergue a sospechosos o procesados de terrorismo sin extraditarlos es una opción política ilegal.

Murat YEŞILTAŞ



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