Jerusalén, al borde de las políticas globales y regionales

La cuestión de Jerusalén ha comenzado a calentarse de nuevo en los últimos días con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump

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Jerusalén, al borde de las políticas globales y regionales

Una de las razones únicas de no solucionarse el problema de Jerusalén en especial y la cuestión palestina en general, cabeza de todos los problemas de la historia del Oriente Medio moderno, es que esta cuestión se utiliza como herramienta para los intereses de las políticas globales y regionales. Por eso que el Estado otomano, que dirigía a Palestina en paz y prosperidad durante 4 siglos, siempre intentaba aislar la región de los conflictos políticos internacionales. El gobernador palestino en el informe escrito a Estambul sobre la situación sensible de Jerusalén: “Jerusalén es la ruta recorrida por el profeta Moisés, es el lugar de nacimiento del profeta Jesús y el primer Qibla del Islam”. Brevemente en esta frase se explica que Jerusalén es el centro de tres religiones y, por eso que la atención del mundo se enfoca en esta región.

Pero, el imperialismo, que comenzó a infiltrarse por primera vez en la región con la ocupación de Egipto por Napoleón Bonaparte en 1798, comenzó a convertir la región en una situación abierta al sistema internacional y conflictos políticos. De hecho, un año después Napoleón lanzó por primera vez la idea de fundar un Estado judío en Palestina. Las políticas imperialistas seguidas en los próximos procesos causaron el surgimiento de las formaciones y proyectos sionistas a partir de los mediados del siglo XIX. Las actividades sionistas, que aumentaron su efecto especialmente a los finales de los 1890, comenzaron a modificar la estructura socio-cultural y el ambiente político de la región. En conclusión, después de la ocupación de Jerusalén en diciembre de 1917, el ambiente de paz y prosperidad en la región esta vez se sacrificó a favor del sionismo y la política internacional.

En el próximo proceso surgió otro juego internacional en la región. La Asamblea General de las Naciones Unidas dividió Palestina entre los judíos y árabes descartando las peticiones de los pueblos y estados regionales con una resolución tomada el 29 de noviembre de 1947. Según la frontera fijada por las Naciones Unidas, el Estado Árabe constituye el 43% de los territorios palestinos y el Estado Judío el 57%. Pero, los árabes tenían una población dos veces más que los judíos pese a la población judía que se combinó durante años. Las organizaciones sionistas, que quisieron aprovecharse de esta oportunidad, fundaron el Estado israelí con la presidencia de David Ben-Gurion el 14 de mayo de 1948. Y esta situación constituye la fuente de muchos problemas y caos políticos que presenciamos ahora en el Oriente Medio. La Guerra Árabe-Israelí, que estalló inmediatamente después, solamente fue uno de los algunos problemas. Cerca de un millón de refugiados palestinos, que fueron expatriados por los ataques israelíes y el desastre “Nakba”, formaron otro problema importante.

Jerusalén Este, dejado a la tutela de las Naciones Unidas con la decisión tomada en 1947, fue ocupado en 1948 y Jerusalén Oriental por Israel en 1967. Los juegos de interés internacionales y los balances de poder, que formaron en la oposición de Unión Soviética y Bloque Occidental, arrastraron al Oriente Medio en un pozo de caos mientras que la competencia regional y las luchas de interés desencadenaron la inestabilidad en el Oriente Medio. Los estados árabes fueron derrotados por Israel debido a que no pudieron formar una unidad por la competencia y los conflictos entre ellos.

La cuestión de Jerusalén ha comenzado a calentarse de nuevo en los últimos días con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump. Como no es suficiente el caos del Oriente Medio, el hecho de que el presidente estadounidense proclame Jerusalén como capital israelí, desencadenará el fuego en la región. Esta decisión del presidente Trump no sólo quedará limitada con la política regional sino también tendrá reflejos graves en las políticas globales. Turquía ha asumido su responsabilidad como siempre y ha advertido al mundo. Los dirigentes del Estado turco, ante todo el presidente Recep Tayyip Erdogan, declararon los resultados graves de esta situación.

 

 

 



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