Süleymaniye, la mezquita de Solimán el Magnífico

La Mezquita de Süleymaniye es la más grande de la ciudad de Estambul y una de las panorámicas más conocidas de la misma

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Süleymaniye, la mezquita de Solimán el Magnífico

La Mezquita de Süleymaniye fue construida por mandato del sultán Solimán apodado “El Magnífico” al arquitecto imperial Mimar Sinan. La Mezquita de Süleymaniye es una de las más importantes herencias culturales de Turquía. Es la más grande de la ciudad de Estambul y una de las panorámicas más conocidas de la misma.

Solimán I (Solimán el Magnífico) era un sultán incomparable de la época más imponente del Imperio Otomano. Los occidentales conocen a Solimán como Solimán el Magnífico. El sultán, que gobernó el Imperio otomano más de 40 años, enmendó las leyes otomanas de manera de ser ejemplo al mundo. Por eso, se conoce como “Kanuni-Legislador” en nuestra historia. El sultán, quien salió triunfante de todas las guerras en el Oriente y el Occidente, ordenó al arquitecto imperial Mimar Sinan a construir una mezquita que se llevó su propio nombre. El sultán envió una carta a los líderes de los estados amigos y enemigos en la que les informó sobre la construcción de una mezquita sin par para sí mismo. Esta noticia alegró a los países amigos mientras que los países rivales del Imperio otomano lo encontraron con tristeza y envidia. Mimar Sinan, quien tenía oportunidades económicas infinitas para cumplir con la construcción de esta mezquita en el período en el que el Imperio otomano pasó por su época de mayor esplendor, comenzó a trabajar sin perder tiempo. Se echó el primer cimiento de la mezquita sobre una colina, que pondrá su sello a la silueta de la ciudad cuando se vea desde el Cuerno de Oro. La mezquita, que desafiaría a los siglos en una colina escarpada, esperó un largo tiempo para que se colocara el cimiento para reforzar el edifico.

El shah iraní Tahmasp I regateó para la parada de la construcción de la mezquita y envió un gran tesoro. Su objetivo fue molestar al sultán Solimán con su riqueza. El sultán Solimán, quien recibió la carta del shah, entregó el tesoro a Mimar Sinan. Mimar dijo que la razón de la parada no fue pobreza, sino esperaron que se colocara el cimiento. El tesoro enviado por el shah fue molido y fue añadido al mortero de uno de los cuatro minaretes.

Este minarete mineral hoy en día sigue atrayendo el interés de los visitantes. La construcción de la Mezquita de Süleymaniye molestó mucho al Papa. Se molestó por la construcción de una mezquita que superaría la gloria de la Santa Sofía. Y ordenó a Miguel Ángel a construir la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Comenzaron a venderse las llaves de paraíso en todo el mundo católico para que se construyera esta basílica. Mimar Sinan inauguró la mezquita en 1557 completándolo en siete años. Se esperó mucho tiempo para la terminación de la Basílica de San Pedro, pero se completó en 1626. El sultán Solimán, en la ceremonia de inauguración de la mezquita, le cedió a Mimar Sinan el honor de abrir esta obra maravillosa. Mimar Sinan, quien cumplió con esta orden con respeto, abrió la puerta de esta mezquita grande con una llave de oro y con aplausos y oraciones.

No se abstuvo de ningún gasto durante la construcción de la mezquita. Los artesanos de cuatro esquinas del imperio llegaron a Estambul. Mimar Sinan probó en Süleymaniye, lo que calificó como una obra de aprendiz, la carrera de competir con la cúpula central de la Santa Sofía que era su objetivo desde su infancia.  Pasó en Selimiye su época de maestría.

A la Mezquita de Süleymaniye se entra por tres puertas diferentes situadas en sus tres partes. El patio de fuente de la mezquita saluda a los visitantes. Las cuatro esquinas del patio están rodeadas con columnas porticas. La fuente en el centro del patio (şadırvan – utilizada por el suministro de agua para las abluciones de agua potable y rituales a varias personas al mismo tiempo) se destaca con sus características maravillosas. El agua cae desde arriba hasta abajo. Tras el abdesto (ablución religiosa que practican los musulmanes y antes de sus oraciones habituales, lavándose por tres veces consecutivas la cara, las manos y los pies), se entra en el edificio principal de la mezquita a través de la puerta monumental. El epitafio arriba de la entrada se adorna con los nombres de los sultanes que subieron al trono hasta el sultán Solimán, que fue el décimo sultán del Imperio otomano. En el centro de la mezquita nos saludan los muros llenos de ornamentos maravillosos, azulejos y escrituras. Debajo de la cúpula sube una cúpula ampliada con dos semi cúpulas hasta el cielo. Los candiles, que se cuelgan desde la cúpula hasta abajo, y huevos de avestruz encontrados entre los candiles son las obras de la inteligente sin par de Mimar Sinan. La polución de humo causada por el encendimiento de los candiles se acumuló en una habitación encontrada justo por encima de la entrada con el flujo del aire con el descubrimiento genio del gran maestro. Los humos, acumulados en los muros de esta habitación, se limpiaron en algunos tiempos y se convierten en tinta. La tinta, que se puso en los barriles en los cuellos de los camellos del Regimiento de Sürre, que llevaron diversos regalos y ayudas a Arabia en el período de peregrinación,  peregrinó y cuando regresó se convirtió en peregrino en un sentido y luego se escribieron copias del Corán con estas tintas.

Al igual que sucede en otras mezquitas imperiales de Estambul, la Mezquita de Süleymaniye está diseñada como un complejo con estructuras anexas. El complejo estaba formado por la mezquita, hospital, escuela primaria, baño turco, caravasar, cuatro escuelas coránicas (madraza), una escuela especializada en el aprendizaje del hadith, un colegio médico y una cocina pública (imaret) la cuál servía comida a los pobres. En el patio tras la parta principal de la mezquita hay dos mausoleos en los que están enterrados Solimán el Magnífico y su esposa Hurrem y su hija Mihrimah. En los muros de la mezquita por la parte exterior hacia el norte se encuentra la tumba de Mimar Sinan.

Conmemoramos con respeto y gloria al sultán Solimán y Mimar Sinan quienes regalaron una obra maravillosa a la humanidad



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