Escándalo jurídico en Francia

Un importante órgano de la justicia francesa depende a partir de ahora del gobierno

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Escándalo jurídico en Francia

El occidente, que no ve que Turquía, que anunció el estado de emergencia, estaba a punto de dividirse tras la intentona golpista del 15 de julio de la Organización Terrorista Fetullahista (FETÖ), hace frecuentemente la énfasis de la “superioridad de la justicia” en cuanto a Turquía.

Pero en un país europeo que se jacta del “desarrollo de su democracia” sucedió un escándalo jurídico que causa ecos en todo el mundo. Este país es Francia.

En Francia, donde desde que ocurrieron los ataques terroristas del año pasado existe el estado de emergencia, el Tribunal de Casación se vinculó al gobierno.

Es decir, la justicia está ahora al mando de la legislación.

El Tribunal de Casación se vinculó al gobierno con un decreto del primer ministerio.

Manuel Valls, quien dimitió del cargo del primer ministro después de haber anunciado su candidatura para las elecciones presidenciales, firmó antes de su dimisión este decreto.

El presidente del Tribunal de Casación, Bertrand Louvel, y el fiscal principal del Tribunal de Casación, Jean-Claude Marin, pidieron una cita al primer ministro nombrado el otro día, Bernard Cazeneuve, por no saber nada del decreto.

Louvel y Marin hicieron pública la carta enviada al primer ministerio y comunicaron que hasta el momento no recibieron ninguna respuesta del ministro de Justicia de quien pidieron también un cita.

En la carta se indica: “Esperamos que nos reciba para enterarnos de las justificaciones del decreto sobre el cual nos informamos a través del Boletín Oficial”.

Dominaba ya desde hacía mucho tiempo una tensión entre el presidente, François Hollande, y los miembros del Tribual de Casación.

El libro titulado “Las Cosas Que Un Presidente No Debería Decir” preparado por dos corresponsales del diario le Monde, quienes hicieron una entrevista con Hollande, provocó una ruptura entre la justicia superior y el poder.

Según las pronunciaciones de Hollande citadas en este libro, acusa a los jueces franceses de “cobardía” ante lo que reaccionaron severamente los jueces.



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