Gobierno de Sánchez cumple 100 días a la sombra de una pandemia

Su mandato, reorientado por las circunstancias, tiene el desafío de contener el desastre económico que se avecina para el país, uno de los más afectados por el coronavirus

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Gobierno de Sánchez cumple 100 días a la sombra de una pandemia

Por: Santiago Sánchez B.

AA - La comparecencia del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que tuvo lugar este miércoles en Madrid ante el Congreso de los Diputados, está lejos de ser lo que seguramente imaginó a comienzos de enero, cuando fue investido en medio de una profunda fragmentación política. Todos contra todos y todos contra Sánchez. Así podía describirse el ambiente en el que, amarrando apoyos de rivales como Podemos y partidos independentistas, llegó finalmente a La Moncloa.

De eso han transcurrido 100 días, pocos de ellos libres de la palabra coronavirus. De hecho, en los últimos cuarenta, el gobierno declaró el estado de alarma por el brutal avance de esta neumonía, que ubica al país como el segundo del mundo con más contagios y muertes, lo cual ha provocado el colapso del sistema de salud, ha confinado a sus ciudadanos y dejado postales de calles vacías y negocios cerrados.

Así las cosas, parecen haberse diluido los debates alrededor de Cataluña y la mesa de diálogo con Quim Torrá, las protestas de los agricultores por los bajos precios de origen de sus productos, las precampañas del País Vasco y Galicia, la eutanasia y la polémica reunión entre su ministro, José Luis Ábalos, y la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, por mencionar solo algunos de los titulares que giraban alrededor del gobierno hasta que se hiciera evidente que las secuelas económicas y sociales del COVID-19 para el país serían tan graves y duraderas que del proceder de Sánchez en estos momentos depende toda una generación de españoles que observa con estupor desde su ventana una economía que se desmorona.

De hecho, recientemente el Fondo Monetario Internacional ha proyectado una caída de 8% en el PIB del país y un estallido del paro (desempleo) que alcanzará el 20,8%. En un tono similar, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales prevé que los parados serán más de medio millón de personas.

“Vamos a una recesión muy dura a nivel mundial. Europa es el área del mundo más afectada y España es uno de los países más afectados”, afirma José Carlos Díez, economista de la Universidad de Alcalá, para quien la pandemia y el confinamiento han condicionado los primeros 100 días de Sánchez de manera definitiva. “El gobierno tenía un plan y un acuerdo desde la investidura y hemos entrado en otro escenario, por lo que tiene más sentido analizar cómo se está gestionando esta crisis”, explica.

Sin embargo, resulta inevitable hallar un estrecho vínculo entre las decisiones del presidente de Gobierno antes y después del brote. Su empeño en forzar la formación de un gobierno con una mistura de partidos de izquierda, independentistas y nacionalistas le condujo, por ejemplo, a facilitar la entrada de Pablo Iglesias y Podemos al Ejecutivo, creando internamente una suerte de estructura dual que algunos perciben como un doble gobierno, que hoy ejerce una oposición a las fichas clave del propio Sánchez dentro del gabinete y manifiesta un constante reclamo de “paternidad” de las políticas sociales contenidas en ese relato, como el aumento de sueldo a 950 euros el mes, que en su momento se construyó para forjar la imagen de la coalición.

Hasta el día de hoy, en un video publicado en redes sociales, Sánchez ha resaltado que su gobierno ha sido uno “feminista, ecologista, europeísta y social", prioridades que deben seguir encajando en el nuevo contexto planteado por el COVID-19.

“¿El presidente que necesita España?”

Así titulaba el periodista David Jiménez su columna de opinión del 8 de enero en el New York Times, en la que insistía, casi premonitoriamente, en cuestionar si Pedro Sánchez sería el líder requerido por estos tiempos. En enero el virus no era todavía un factor de caos para España, pero el interrogante sigue siendo pertinente.

Ahora que las prioridades del país están siendo replanteadas, la calidad del liderazgo de Sánchez ha sido puesta a prueba, no solo por la gestión de la respuesta sanitaria -que ha sido duramente criticada por sus opositores, especialmente por Pablo Casado, del Partido Popular- sino por lo que se espera del gobierno en materia económica. “La gestión no está siendo adecuada. Fallaron en el diagnóstico, pensaron que esto iba a ser un paréntesis y un parón corto de dos meses”, afirma José Carlos Díez.

Para este economista, el alto nivel de deuda pública de España –que alcanzaba ya un 95,8% del PIB antes de la pandemia, según el Banco de España– es en estos momentos un riesgo significativo de cara al enorme gasto que se avecina este año y el siguiente.

“El gobierno se tiene que centrar, dejar su parte ideológica y sus ideas de programa y dar un mensaje realista a los españoles”, sugiere Díez, y añade: “Han dicho que harán todo lo que sea necesario, y bueno, haremos todo lo que podamos financiar y pagar. Ese es un mensaje mucho más prudente”, puntualiza.

Ahora que las discusiones están circunscritas a la pandemia, aunque avivadas por las mismas diferencias de siempre, tienen un tono de urgencia mayor en materia económica, que deja poco margen para las profundas discrepancias y la teatralidad que ha rodeado la relación de Sánchez con los demás líderes políticos.

De hecho, recientemente ha propuesto unos pactos de reconstrucción económica y social después del COVID-19 que, a pesar de los ataques, ha vuelto a defender en la comparecencia de este miércoles y que dependerán no solo de su voluntad, sino de la de sus aliados y contrarios.

Con la imposición que la historia le ha hecho de nuevas prioridades, examinar la gestión del presidente español en retrospectiva se ha vuelto menos relevante que observar lo que hará hacia delante. “El tiempo es breve, las ansias crecen y las esperanzas menguan”, escribió Cervantes. España lo sabe, y posiblemente él también.



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