Mario Vargas Llosa cumplirá 80 años en plenitud creativa y vital

El escritor peruano Mario Vargas Llosa cumple 80 años el día 28, una cifra muy simbólica a la que llega en plena facultad creativa y vital

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Mario Vargas Llosa cumplirá 80 años en plenitud creativa y vital
Madrid, 24 mar (EFE).- Mario Vargas Llosa, el Nobel de Literatura, cumple 80 años el día 28, una cifra muy simbólica a la que llega en plena facultad creativa y vital. Acaba de sacar nueva novela, "Cinco esquinas", y su vida personal ha dado un giro copernicano al unirse sentimentalmente a Isabel Preysler.

Una apuesta por el amor, por estar y sentirse vivo que le ha hecho ser noticia más allá de la creación literaria o la actividad política, y que le ha colocado en las portadas de las revistas sociales o del corazón.

Y es que Mario Vargas Llosa, que nació en Arequipa (Perú) en 1936, siempre ha mostrado una gran capacidad y disciplina para trabajar y un deseo vital que le ha llevado a meterse en diferentes ámbitos además de la escritura, como ser candidato a la presidencia del Perú en 1990 o subirse a los escenarios como actor.

Con una vida marcada por los éxitos -salvo el fracaso de su experiencia política-, el favor de los lectores y con todos los premios posibles (Nobel, Cervantes, Príncipe de Asturias, Rómulo Gallegos, Planeta o Jerusalén, entre otros)- la historia del académico y escritor está determinada por la figura de su padre, un hombre autoritario que nunca quiso que fuera escritor.

Un padre al que Vargas Llosa daba por muerto, como le había hecho creer su madre, y cuya aparición en su vida al reconciliarse con su madre, de quien se había separado antes de su nacimiento, le marcó para siempre.

Antes Mario Vargas Llosa vivía feliz en Cochabamba, donde su abuelo había sido destinado como cónsul; vivía arropado por su madre, sus abuelos, sus tías, y la escritura era ya un juego "exaltante y feliz".

Pero el retorno a Lima junto a sus padres, a los diez años, le devolvió a la dura realidad. Conoció el miedo, su padre le pegaba, le prohibió escribir y ver a sus amigos.

Tras un ingreso fallido en la Escuela Naval, entró en el Colegio Militar Leoncio Prado, un lugar duro, como dejó plasmado en "La ciudad y los perros". Ahí comenzó a leer y escribir como un refugio contra la soledad y contra el miedo a su progenitor.

"Mi padre vio que tenía una vocación literaria, vio que escribía poemas, que leía mucho, y esto lo alarmó; él pensó que una vocación literaria era un pasaporte hacia el fracaso en la vida", señaló el autor en una entrevista.

"Nunca había escrito tanto como escribí en esos dos años, y me convertí en cierta forma en un escritor profesional", recordó.

Vargas Llosa comenzó a redactar "La ciudad y los perros" cuando tenía 22 años. Antes de triunfar en las librerías, sin embargo, estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, y fue redactor en los diarios La Crónica y La Industria.

En 1959 obtuvo una beca para hacer el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, y sería en España donde ganaría uno de sus primeros premios, el Leopoldo Alas, por su colección de cuentos "Los jefes".

Su deslumbrante carrera comenzó en los años sesenta con obras como "La ciudad y los perros", "La casa verde" o "Conversación en La Catedral".

Luego vendrían numerosas novelas, entre ellas "La guerra del fin del mundo", "El hablador", "La fiesta del Chivo", "El paraíso en la otra esquina" o "Travesuras de la niña mala", que lo consagrarían como uno de los grandes escritores latinoamericanos, pero también del resto del mundo, y que lo harían merecedor de numerosos premios.

Gran admirador de Víctor Hugo y de Flaubert, Vargas Llosa ha creído siempre que la literatura era "una expresión maravillosa de la libertad humana" que "ayuda a vivir".

"Por esa razón, el escritor no puede rehuir una cierta responsabilidad, sea moral, social o política, "que trasciende lo puramente estético".

Con esas palabras expresaba Vargas Llosa su concepción de la literatura en unas jornadas que la Fundación Santillana organizó en Cantabria hace años, y en las que decía que las buenas novelas sirven para descubrir "todo aquello que quisimos ser y que inventamos para vivirlo de mentira".

"Por eso, la literatura es la gran acusación, la gran requisitoria; y es una demostración permanente de esa actitud crítica que ha sido el motor del progreso y de la civilización", afirmaba en aquella ocasión el escritor.

La lectura de Faulkner fue fundamental para él en los 50, pero leer "Madame Bovary" le cambió la vida como escritor. Vargas Llosa siempre admiró "la terquedad y la perseverancia" de Gustave Flaubert para conseguir obras maestras, una perseverancia que sin duda el escritor peruano aplica siempre a la hora de intentar que cada uno de sus libros sea mejor que el anterior, más audaz desde el punto de vista literario.

Miembro del boom latinoamericano, la carrera literaria de Vargas Llosa no se entendería sin París, donde conoció a Gabriel García Márquez, Borges o Julio Cortázar, y sin Barcelona, donde se dedicó por completo a la literatura gracias a la agente literaria Carmen Balcells.EFE


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