La era de sinrazón

"Hay un elemento de decadencia en todo lo que caracteriza al hombre moderno", dijo el sospechoso eterno e iconoclasta verdadero, Nietzsche, en 1885

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La era de sinrazón

El artículo del portavoz presidencial el señor Ibrahim Kalın publicado en Daily Sabah el 24 de febrero de 2018

Nietzsche, el sospechoso eterno e iconoclasta verdadero, escribió en 1885 que "hay un elemento de decadencia en todo lo que caracteriza al hombre moderno". Esto fue más que una simple declaración del pesimismo cultural. Nietzsche nunca tenía confianza en las promesas de alto vuelo de la época de la Ilustración y la Modernidad. Y hoy en día, después de más de un siglo, la situación del mundo en el que vivimos presenta una imagen aún más confusa.

Los críticos radicales de la modernidad occidental discutieron severamente los temas sobre las profecías autocumplidas de la Modernidad. Estos críticos, en lugar de un mundo sereno presentado por la razón, la racionalidad, la ciencia y la tecnología, y de las alegaciones de la democracia y la supremacía del derecho, vieron el imperialismo y el colonialismo europeos, el trabajo infantil, la explotación capitalista, la lucha de clases y la opresión. Desde Oswald Spengler y Martin Heidegger hasta T. S. Eliot y Michel Foucault, gran número de intelectuales occidentales consideraron el declive y la decadencia como los principios rectores del “nuevo mundo valiente”. Algunos de ellos tuvieron la esperanza de superar esta crisis de nihilismo. Y algunos nunca lo hicieron. Esta es una de las paradojas perdurables de la modernidad occidental. Por un lado, tiene una inmensa confianza en sí mismo y arrogancia para construir un mundo nuevo basado en una cosmovisión eurocéntrica.

Por otro lado, usted tiene una incredulidad generalizada y una profunda desconfianza que los intelectuales, académicos y artistas mantienen contra las pretensiones arrogantes del mundo moderno. Ambas realidades han formado la trayectoria de la historia moderna desde el siglo XIX. Al final, aunque la modernidad occidental triunfó, esto lo llevó a un mundo de contradicciones e historias paralelas. Algunas de estas contradicciones son salvajes y todas ellas vergonzantes. Nunca se ha visto tanta riqueza en la historia del mundo. Pero, tampoco hemos visto una brecha tan grande entre los ricos y los pobres. La ciencia y la tecnología han registrado importantes avances, pero no han podido reemplazar las creencias religiosas y la ética tradicional. El interés a la literatura oculta y a los misterios y fantasías están en aumento en los países occidentales más seculares. Las religiones han sido dejadas de lado por las fuerzas seculares y científicas del mundo moderno. Pero ya están regresando con una nueva energía. El individuo fue presentado una vez como un regalo más precioso de la era de la Ilustración. Pero ahora el mismo individuo está siendo aplastado bajo el sistema complejo y estresante de la vida moderna. Por otro lado, están en aumento las nuevas formas de vida en comunas.

En resumen, la razón y la sinrazón están presentes en el mundo moderno. En contraste con lo que alegan los políticos oportunistas y neoconservadores, esta situación no tiene nada que ver con la obstinación del Islam u otras religiones religiosas.

Fracasar en ver las contradicciones e injusticias internas del sistema mundial actual, del que los musulmanes sufren tanto como los demás, no es simplemente incorrecto sino también peligroso, porque esta ceguera alimenta las tendencias brutalmente antiislámicas e islamófobicas en Occidente; justifica y normaliza el racismo y la xenofobia. Esta actitud usurpa la política dominante en los países occidentales mientras que alimenta también los movimientos extremistas violentos en el mundo musulmán. Todo esto nos conduce a un camino de autodestrucción mutua.

Culpar al Islam y a los musulmanes por el fracaso del proyecto de modernidad no puede ser una estrategia para superar las deficiencias de la modernidad. Enfrentar la modernidad como una razón contra el islam como irracional no puede ser un movimiento lógico para comprender las complejidades de las tradiciones islámicas y occidentales. Comparar y contrastar los ideales de uno con las realidades de los demás son un acercamiento autoengaño. Construir el Islam y los musulmanes como un problema de seguridad es hacer la vista gorda los problemas peculiares la época en que vivimos. Lo mismo es cierto para los musulmanes que optan por permanecer en su zona de comodidad en lugar de enfrentar sus propios problemas con una mente abierta. Culpar a Occidente o la modernidad por todo lo que ha salido mal en el mundo musulmán no es diferente del ataque eurocéntrico contra el Islam. Anclarse en nuestros valores es una condición sine qua non de todas las tradiciones de fe. Pero esta situación no puede ser una excusa por la falta de pensamiento crítico y apertura al mundo. Al contrario, el Corán nos advierte y nos llama a usar nuestra razón para dar sentido a nuestro mundo y convertirlo en un ambiente inteligible y virtuoso en el que defendemos la verdad y la justicia.

La razón y la sinrazón continuarán coexistiendo en el mundo, y empujándose el uno al otro hacia la derecha y la izquierda, nos fuerzan a tomar decisiones que son de vital importancia. La verdadera pregunta es si vamos a dar una oportunidad de a la razón para llevarnos al camino de la virtud, el amor y la compasión.

 



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