La crisis política en Túnez

La única solución es formar un clima político para garantizar la estabilidad protegiendo la democracia

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La crisis política en Túnez

Análisis del Prof. Murat Yeşiltaş, director-autor de Estudios de Seguridad / SETA

Túnez, que es la única democracia que ha sobrevivido a las revoluciones de la Primavera Árabe, está sometido a una profunda crisis.

El presidente Saied anunció la noche del pasado domingo la suspensión por un mes de todas las funciones del Parlamento, congelando la inmunidad de los diputados, destituyendo al primer ministro Mechichi, y que tomaría el relevo del Ejecutivo por medio de un primer ministro que él mismo nombraría.

Se oían los pasos de la crisis más grave en el país desde que ocurrió la Revolución de Jasmín en 2011. Había protestas desde enero en las ciudades tunecinas a causa de la pandemia de coronavirus, el empeoramiento de los servicios públicos, el desempleo y supuestas corrupciones. Sucedía una enorme discordia entre el presidente Saied y el primer ministro Mechichi. Porque, el primero no aprobaba la asignación de los once ministros, incluido el ministro del Interior.

Elegido como presidente en la segunda vuelta electoral en 2019, Saied es un profesor de derecho. Es conocido por su posición contraria a los partidos políticos como una persona que entró en la vida política llegando de una esfera no política. Critica la democracia representativa y se muestra cálido con la democracia directa. Presenta rasgos populistas. Llega a las masas que se quejan de la falta de la solución en el sistema parlamentario desde la Revolución de 2011.

Hubo ataques contra las oficinas de Ennahda que es el partido político más grande en el Parlamento. Actualmente, el presidente Saied ha suspendido la legislación y asumido todo el poder ejecutivo y judicial. Parece muy difícil que Saied, que ha hecho este golpe con el apoyo del ejército, busque soluciones para los problemas político-económicos en el país. Inspirado probablemente por el golpe militar de Al Sisi en Egipto (2013), el presidente cree que los países del Golfo podrán enviar dinero. Se sabía que los Emiratos Árabes Unidos estaba movilizado en Túnez desde hacía un rato. Por lo tanto, podríamos afrontar un nuevo gesto del Golfo a favor del estatus quo.

El presidente del Parlamento y líder de Ennahda, Ghannouchi, calificó la resolución de Saied como “un intento golpista contra la revolución y constitución”, y convocó al pueblo tunecino para que se opusiera al golpe. La democracia lenta de década en Túnez ha entrado en un proceso difícil de prueba. El golpe del presidente Saied contra la política no sólo apunta la crisis política de Túnez, considerado como la única democracia en el mundo árabe, sino que también supone el riesgo de acabar con el modelo más exitoso de la armonía de los islamistas con la democracia en el mundo árabe.

El general golpista Haftar en Libia prefirió vincular el golpe del 25 de julio a la cuestión de la Hermandad Musulmana.

En la última década, Ennahda y Ganouchi habían ejercido una política de equilibrio. Hicieron concesiones a los círculos laicos no presentando a candidatos al presidente, y haciendo coalición con los partidos de la izquierda y liberales. Hasta en 2016 anunciaron que “el islam político no tiene cabida en Túnez” y se autodefinieron como “demócratas musulmanes”.

En su 10ª convención, el movimiento Ennahda proclamó la decisión de separar la invitación y la política; es decir la organización religiosa y el partido. Esta reciente crisis es una prueba difícil tanto para la democracia tunecina, como para Ennahda y Ghannouchi.

Por su parte, Ankara se opuso al golpe contra el orden constitucional en Túnez, y pidió que se vuelva a restaurar la democracia cuanto antes.

Las capitales occidentales permanecen en silencio. Han preferido conservar sus intereses concretos en vez de los valores (democracia).

Las próximas semanas son bastante críticas para el futuro de Túnez y de África del Norte. El retorno de Túnez de la democracia podría afectar negativamente a la región. La única solución es formar un clima político para garantizar la estabilidad protegiendo la democracia.

Murat Yeşiltaş.



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