Una cultura milenaria: el baño turco

Los baños turcos, que ocupaban un lugar muy importante en la arquitectura acuática otomana, se centran en Estambul y Bursa

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Una cultura milenaria: el baño turco

¿Hay alguna otra cosa mejor que el agua caliente que nos pueda quitar el cansancio? El ajetreo cotidiano se diluye gracias al agua caliente que podemos tener acceso con facilidad en nuestros cuartos de baño.

Desde las edades más antiguas, el hombre hace construcciones de diversidad para bañarse.

El baño más antiguo del mundo son los “Grandes Baños” en Pakistán que datan de hace 4.500 años.

La cultura balnearia de Anatolia comienza con los baños romanos. Pero había baños mucho antes. Los sumerios eran una de las primeras civilizaciones que daban importancia a bañarse. Ya que, cuentan en sus tablillas de 4.000 años que fabricaban jabón de ceniza y aceite de sésamo para bañarse. Y los hititas eran la primera civilización que consideró sagrada el agua permitiendo que la cultura del baño se sembrase en Anatolia. Les siguen los lidios, licios, asirios, frigios, urartianos y helenos para los cuales la higiene y el baño eran imprescindibles. Los restos del gran número de baños hallados durante excavaciones arqueológicas manifiestan la importancia que las civilizaciones anatolianas daban a la higiene personal. Los baños son el reflejo de la cultura de la higiene. Este legado nos quedó de los sumarios, hititas, antiguos griegos, romanos y bizantinos.

Cuando se dice “baño” se les podría ocurrir “sauna” o “baños finlandeses”. Pero, los baños son uno de los elementos imprescindibles de la cultura turca. Son imprescindibles no sólo para la cultura sanitaria, sino también para la arquitectura.

-Baño turco-

Si bien la cultura de higiene personal y bañarse se basa en la antigüedad, esta cultura se traslada hacia una etapa aparte gracias a los turcos. En la época preislámica, el agua era una fuente de potencia y abundancia entre los turcos. En sus epopeyas cuentan que el agua era lo único que existía cuando no se había creado nada. Por lo tanto, la califican sagrada porque creían que todo lo que nació era producto de este ser antiguo. El verso del Noble Corán a lo mejor pudo tener una influencia para que se convirtieran al Islam: “Creamos del agua a todo ser vivo”...Es decir, la creencia más vieja de los turcos sobre el agua figura de la misma manera en su libro sagrado. Aparte de eso, el agua es una condición para la devoción, porque no se puede presentar ante Allah sin asegurarse la higiene corporal.

En la Edad Media, se creía que el agua desempeñaba un papel en la epidemia de peste que arrasaba al continente europeo. Presentando excusas de diversidad, los clérigos prohibieron que la gente se bañase. Pero, aquella época era la más brillante del Imperio Otomano. Como pasaba en muchos edificios de la época, las construcciones acuáticas recibieron su parte de este esplendor. Los viajeros, embajadores occidentales, que deseaban ver esta grandeza, quedaron atónitos al ver los baños turcos pequeños y grandes en cualquier ciudad o localidad que visitaban. Cuentan ampliamente los baños, la cultura balnearia y la afición de los turcos hacia la higiene personal en sus memorias y libros de viaje.

Los baños turcos, que ocupaban un lugar muy importante en la arquitectura acuática otomana, se centran en Estambul y Bursa.

Bursa era la primera capital del estado otomano, centro político y cultural del Imperio hasta la conquista de Estambul. La provincia tiene un lugar aparte en la formación de la cultura balnearia otomana. Como era la capital del estado se construyeron 35 baños en Bursa. La ciudad fundada en las faldas de la montaña de Uludag es rica de aguas termales y aguas subterráneas minerales como en aquella época. Por eso hay muchos baños y termas en la provincia. Hay baños turcos, que eran baños de las épocas romana y bizantina; hay otros que fueron construidos originalmente.

Tras la llegada de los turcos a Anatolia, los selyúcidas construyeron baños en los lugares donde vivían. Pero, los otomanos eran aquellos que darían más importancia al baño turco. La magnificencia y grandeza que sobresalen en los baños romanos se transformaron en la simplicidad y funcionalidad en los baños turcos. Aunque parecen a los baños romanos en aspectos de plano arquitectónico y métodos de calefacción, la intimidad está en el primer plano. Por lo que no hay ventanas en las fachadas. Sólo se encuentra una ventana de suelo cubierta con rejas y cristal de color para la iluminación en el vestuario. El caldario recibe luz gracias a las ventanas de bóveda.

Si bien las termas son denominadas baños, en una de ellas sale el agua mineral y en otra el agua calentada por un encargado; una piscina en la mitad, y en la otra una piedra calefactora, que es llamada comúnmente “la piedra de transpiración”. Es una piedra plana hecha de mármol a una altura de 40 o 50 centímetros del suelo. Aquí se hace masaje para quitar la piel muerta y aliviar nuestros músculos.

Tenían mucha razón los médicos romanos que aconsejaban bañarse para vivir sanos porque banarse era la primera regla de la vida sana. Estar limpio era el primer paso para ser sano. Los baños tenían muchos beneficios además de la salud. Quitaban las tensiones y los dolores musculares, aumentaban la circulación sanguínea y desinfectaban el cuerpo por medio de la transpiración.

Debido a la estructura cerrada de la sociedad otomana, los baños turcos eran más de un lugar para la higiene personal. Se convirtieron en un ambiente para socializarse. Las jóvenes que cumplían la edad para casarse eran observadas aquí; se iban al “baño de la nuera” uno o dos dias antes del matrimonio; las mujeres recién paridas eran llevadas al “baño posnatal”, o las mujeres preferían pasar tiempo sin un cierto motivo en los baños turcos.

El sultán Mahmut I prohibió la construcción de baños grandes en Estambul debido al aumento de la necesidad de agua y leño. El Baño Histórico de Cağaloğlu de 300 años era el último baño grande de Estambul. Este baño donde la higiene está siendo asegurada con métodos nanotecnológicos es el único baño en la “lista de los 100 lugares que hay que ver antes de morir” según New York Times.

Un programa presentado por Neslihan Değirmencioglu en la Voz de Turquía (TRT).



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