San Andrés, el paraíso en Colombia que busca resurgir tras el paso del huracán Iota

En medio de la pandemia del coronavirus y después del fenómeno meteorológico, el archipiélago busca "cambiar el chip" de que solamente tienen sol y playa para dar a conocer otras alternativas, como el ecoturismo

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San Andrés, el paraíso en Colombia que busca resurgir tras el paso del huracán Iota

Por: Juancho Torres

Agencia Anadolu

El arribo del huracán Iota a Colombia se convirtió en un suceso sin precedentes para los habitantes del archipiélago de San Andrés, al noroccidente del país. Las islas ya habían pasado por duros momentos debido a la extensa cuarentena por la pandemia del coronavirus, que perjudicó fuertemente al sector turístico.

Dicha industria, de cuyos ingresos vive la mayor parte de los habitantes de la isla, prácticamente colapsó durante el transcurso del 2020, ya que desde siempre el archipiélago de San Andrés y Providencia y Santa Catalina ha concentrado sus esfuerzos en incentivar el turismo, especialmente por sus playas y su majestuoso mar de siete colores, que enamora a sus visitantes.

En el 2019 se registraron cifras alentadoras: cerca de 926.667 personas habían ingresado a este paraíso colombiano, según datos de la Gobernación de San Andrés y Providencia. Sin embargo, los planes para seguir atrayendo a viajeros y excursionistas cambiaron a medida que avanzaba el 2020 y que las precauciones contra el coronavirus obligaron a que se decretara un confinamiento y se suspendieran los vuelos nacionales e internacionales.

La región del mar caribe depende en altas proporciones del sector del turismo y las pérdidas económicas han sido de las más altas en todo el territorio nacional. En el caso específico de San Andrés, ha sido el departamento que se ha visto más afectado en la región Caribe. De acuerdo con un estudio de impacto económico realizado por el Banco de la República durante el aislamiento preventivo, el cual midió las pérdidas económicas de acuerdo con cuánto representan del porcentaje del PIB, la pérdida en San Andrés fue del 6,4% del PIB.

Los manglares, una segunda oportunidad junto a la reactivación turística

San Andrés ha sido reconocido por su mar de siete colores, y por ser un destino de playa, brisa y mar. Sin embargo, esta oferta se ha ampliado para brindar experiencias diferentes con actividades como buceo, kayak y avistamiento de fauna.

El parque regional Old Point, al este de la isla, contiene un amplio manglar de 50 hectáreas que ahora recibe turistas interesados en actividades más allá de la arena.

Por varios años este lugar era visitado exclusivamente por científicos que se ubicaban a las afueras para monitorear plantas y animales, o para realizar investigaciones sobre mediciones de carbono. “A esta zona de la isla la gente nativa y turistas la veían como un pantano lleno de monte”, dice Tammy, Bióloga de Ecofiwi, una de las empresas operadoras de turismo encargadas de cuidar el manglar y enseñar a los visitantes sobre el ecosistema de la isla.

La bióloga afirma que hace algunos años el manglar estuvo en peligro de desaparecer. Sin embargo, luego de que el archipiélago fuese declarado reserva de la bióesfera Sea flower por la UNESCO, se inició un proceso de restauración natural que ha permitido que su ecosistema resurja.

Hace aproximadamente ocho años nació el proyecto entre la Gobernación y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (CORALINA), en el que se apostó al parque como una alternativa de turismo. Así empezó la construcción de senderos de madera y de miradores que permitieran que la gente se pudiera movilizar a través del manglar.

Mediante un recorrido de dos horas, los turistas pueden hacer actividades diferentes a nadar o bucear, y practicar el senderismo o el kayak, según cuenta Víctor, guía de Ecofiwi, quien asegura que en promedio el lugar recibe unos 10 visitantes al día.

Las experiencias no se quedan solo en estas actividades. La amplia variedad de aves migratorias (más de 150 especies) que llegan provenientes del norte del continente en busca de climas más propicios, hacen parte del recorrido por los senderos.

El bosque inundado también es hogar de una amplia variedad de serpientes, roedores o moluscos como las medusas, de la especie cassiopea andromeda, cuyas actividades no son típicas de su especie; por lo general, se colocan con los tentáculos hacia arriba y permanen estáticas la mayor parte del tiempo para recibir los rayos de sol. "Son medusas al revés y la evolución patas arriba", afirma Víctor.

Uno de los objetivos de la adaptación de estos espacios es "cambiar el chip del turismo, no solamente tenemos sol y playa, también existen otras cosas, como el ecoturismo”, afirma Tammy.

Las iguanas, anfitrionas en el Parque Regional Johnny Cay

Navegando en lancha, a tan solo 15 minutos de San Andrés, se encuentra este paraíso caribeño conocido como Johnny Cay, un colorido islote con fondos coralinos, con una imponente vista sobre el mar de siete colores, pintado con tonalidades que van desde el azul cielo intenso al verde esmeralda casi transparente.

Este parque natural regional es el hábitat de las iguanas. A los reptiles se les puede apreciar por largas jornadas simplemente tomando el sol, apacibles e impávidos pese a estar rodeados de turistas. Aproximadamente 800 de ellas habitan los 1.500 metros cuadrados con los que cuenta el islote.

En San Andrés y Providencia la iguana es uno de los íconos de la fauna raizal. Sin embargo, se encuentra bajo estricta protección, dada la constante caza de su especie, parte de los platos de la gastronomía de la isla. Por lo anterior, se creó el ‘Parque Regional Johnny Cay’, en donde se cría y protege a estos animales, además de ser el atractivo principal para los residentes y turistas que visitan el cayo.

La reactivación de Johnny Cay ha sido paulatina. Su reapertura fue en el mes de septiembre y en este momento se encuentra en una prueba piloto, donde el promedio de visitas es de 400 personas al día. Sin embargo, se está trabajando al 50%, pues el flujo normal de visitantes puede llegar a los 800 turistas, incluso con posibilidades de doblar la cifra en temporada alta sin pandemia, afirma Cindy Rodríguez, administradora del Parque Regional Johnny Cay.

Para la tranquilidad de los visitantes, Johnny Cay estableció estrictos protocolos de bioseguridad, que van desde el acceso a las lanchas con medidas de desinfección y distanciamiento, y al interior del cayo, que cuenta con diversos dispensadores de alcohol y donde el uso de máscaras médicas es obligatorio durante toda la estadía, a menos de que se esté disfrutando en el mar.

En el 2019 Johnny Cay recibió la certificación mundial de calidad ambiental “Bandera Azul”, debido a que cumple con los requisitos establecidos.

Si se desea ver a las iguanas en su estado natural, tanto el parque regional Johnny Cay como el islote Haynes Cay son los sitios ideales para su avistamiento. Incluso, si se es más osado, los turistas pueden aventurarse entre los manglares y con un poco de suerte dichos reptiles posarán directo a su cámara.
 

Laguna Big Pond, un enigmático lugar de la isla donde le esperan amigables caimanes

En el centro de la geografía de la isla se encuentra la colorida laguna de Big Pond, una de las fuentes de agua dulce del archipiélago.

La laguna contiene una amplia variedad de insectos, reptiles como babillas, iguanas y tortugas. Los llamados 'caiman crocodilus fuscus' fueron introducidos en la isla en los años 70, tras una incautación de tráfico ilegal de fauna silvestre. De igual forma, algunas aves exóticas han hecho de esta laguna su hogar.

Este punto turístico de la isla de San Andrés es ideal para conocer un poco más sobre la fauna local. Los guías resguardan y permiten la interacción entre las babillas y el turista; incluso pueden tocarlas, alimentarlas y hasta fotografiarse con ellas.

Muchos visitantes llegan al humedal como una forma de retiro, para estar en contacto directo con la naturaleza, recargar o renovar energías, como cuenta Sebastián Zapata, un turista proveniente de Bogotá.

Además, la laguna se presta para la práctica de deportes como el ciclomontañismo y para excursiones supervisadas por guías o guardias raizales.

La laguna Big Pond ofrece una hermosa vista, llena de vida, perfecta para tomar imágenes para el recuerdo. Sin embargo, es un lugar húmedo y pantanoso, por lo que se hace indispensable ir lo más cómodo posible.

La mejor forma de ayudar a las personas de San Andrés es viajar a la isla, recorrer y compartir con habitantes y raizales. El sector turístico está funcionando con normalidad y esto es un aliciente no solo para disfrutar de sus playas y paisajes, sino también para conocer el ecosistema que ahí se protege (AA).



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