Las inseguridades femeninas se dibujan con las curvas de "Martina" por Sara Fratini

Madrid, 30 abr (EFE).- Martina es una fotógrafa joven con curvas, extrovertida, segura de sí misma y siempre acompañada por un pequeño monstruo "domesticado", cuenta la ilustradora Sara Fratini sobre su nuevo libro, "Una tal Martina y su monstruo", en el que invita al público a "aceptarse tal como son".

La ilustradora venezolana (Puerto Ordaz, Bolívar, 1985) afirma que este libro de viñetas "tiene algo autobiográfico", pues al ser niña ella sentía inseguridad por "tener que adelgazar y cumplir con los patrones de belleza", una idea que rechaza dibujando personajes "con curvas".

"Me gusta que Martina tenga curvas y no le importe, ella es feliz como es", comenta Fratini, que reincide en la idea de que "no importa el físico, sino la mente".

En este su segundo libro con la editorial Lumen, la protagonista es una joven fotógrafa que ha conseguido superar sus miedos y ansiedades y estar orgullosa de cómo es, que se alegra cuando baila y cuando tiene algo de color rojo como su "amuleto", el pintalabios.

Está siempre acompañada de un pequeño monstruo con personalidad propia que, en palabras de la autora, simboliza sus miedos, y que la protagonista ha domesticado "aceptando" sus inseguridades.

"Todos tenemos un monstruo, un lado oscuro que intentamos que no se nos note, pero ella lo lleva orgullosa a todas partes", se explaya Fratini, que admite reirse mucho con las situaciones que protagoniza este personaje secundario, al que considera su favorito.

La dibujante cree que la mayor parte de las mujeres del mundo "tienen algo de Martina" porque es fácil tener alguna inseguridad, aunque lo difícil es "conseguir domesticarlas", y por eso esta novela gráfica tiene un mensaje positivo para los lectores.

Fratini, que reside en Italia, lleva ese mensaje en su lápiz, con el que dibuja cada día en su cuaderno, su "amuleto" particular, ese en el que ahora esboza minicuentos y en el que pronto quiere dedicar una historia a Madrid, donde estudió y a donde volvería "con los ojos cerrados".

Hasta que ese proyecto salga seguirá compartiendo sus dibujos en las redes sociales, donde considera que "nació" como autora y así lo atestiguan más de 45.000 seguidores, a los que califica de "imprescindibles" para haber conseguido publicar este libro.

La venezolana seguirá con las ilustraciones, como las que expone ahora en los murales de "Bocadillos de Cervantes" en Casa de América, en Madrid, porque asegura que "en la era de internet las imágenes importan más que nunca" y, en su opinión, los dibujos siguen siendo "el contacto con la infancia". EFE