Mariano Rajoy, el "candidato" que lleva su tesis de puerta a pue

En su campaña ha dedicado casi todo su esfuerzo a pregonar que sus políticas han dado en el clavo y que no se puede dar marcha atrás votando a otros partidos

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Mariano Rajoy, el "candidato" que lleva su tesis de puerta a pue

Madrid, 22 may (EFE).- Mariano Rajoy se ha recorrido España esta campaña con el firme propósito de repetir una y otra vez las bondades de su política económica y alertar de que si ganan otros se detendrá la recuperación. Y lo ha hecho cargando sobre todo contra el PSOE y sin mentar el talón de aquiles del PP, la corrupción.

El presidente del Gobierno ha sido un candidato más: 14.000 kilómetros para pasar por las trece comunidades autónomas en juego en las elecciones de este domingo. Ha intervenido en mítines, ha dado paseos, ha visitado empresas y ha tenido tiempo para hacer alguna declaración a la prensa o tomarse tapas con el común de los mortales.

Y ha hecho una campaña medida, muy medida, en su mensaje. Apenas se ha salido del guión económico, y ha dedicado casi todo su esfuerzo a pregonar que sus políticas han dado en el clavo y que no se puede ahora dar marcha atrás votando a otras opciones.

Sobre sus adversarios, Rajoy ha tenido para todos: que si la inexperiencia, que si los adanes, que si los nuevos líderes con ideas decimonónicas...

Pero el blanco de sus ataques ha sido sobre todo el Partido Socialista, en mucha mayor medida que las referencias a Podemos y Ciudadanos.

Y es que en el PP tienen claro que su enemigo número uno sigue siendo el PSOE y coinciden en subrayar que, a pesar de lo que digan las encuestas, el bipartidismo no está ni mucho menos acabado y quedará patente el domingo.

Para evitar que la balanza se incline para otro lado que no sea el del PP, Rajoy repite todos los días que sería un "disparate", apostar de nuevo por quienes llevaron al país a "la mayor crisis en democracia".

Mucho se ha cuidado de mencionar a Ciudadanos, el partido que según las encuestas le puede quitar muchos votos al PP y ser incluso la llave de sus gobiernos.

Sólo cuando los periodistas le preguntaron en Marín (Pontevedra) si temía al partido de Albert Rivera, Rajoy se lanzó a señalar con contundencia que él no le tiene miedo a nadie.

Eso sí, cuando se ha metido con los partidos adversarios, no ha hecho sangre. Ni palabras malsonantes, ni reproches exacerbados. Todo en un tono muy presidencial.

Economía, economía y más economía. Empleo, empleo y más empleo. Han sido los temas favoritos del jefe del Ejecutivo, que no ha mencionado en ningún momento la corrupción, la segunda preocupación ciudadana según el CIS y el problema que en mayor medida ha acuciado a su partido en los últimos cuatro años.

Sí lo han hecho, en mítines junto al presidente, muchos de sus barones y candidatos -Luisa Fernanda Rudi, Juan Vicente Herrera o José Ramón Bauzá, por poner tres ejemplos- pero Rajoy ha optado por no mentar la bicha.

En el PP admiten que es precisamente la corrupción lo que más daño les ha hecho -más que la crisis y las medidas tomadas para atajarla-, y será también la causa principal del castigo que, reconocen numerosos dirigentes, habrá este domingo en las urnas.

¿Y los errores campañeros? Lo cierto es que Rajoy ha estado tan comedido que parecía imposible que se equivocase, aunque al final ha tenido dos deslices. O mejor dicho, un lapsus posiblemente intencionado y un error.

El primero fue en Vigo. En realidad se trató de un guiño, cuando sugirió una bajada del IVA y luego dijo que le había traicionado el subconsciente, dejando así caer que acabará tomando esa medida.

Pero el segundo error le ha hecho algo de pupa. Fue en Pamplona, cuando mientras repetía uno de sus habituales mensajes y se preguntaba quién habla ya de rescate o de recesión, añadía que quién habla ya de paro. Sus adversarios le han atacado duramente y se lo han recordado hasta el último día.

Aunque la campaña de Rajoy era previsible -como lo es él- se han echado en falta mensajes explícitos del presidente a los votantes descontentos del PP que se están pensando ser infieles y votar a Ciudadanos.

Esa misión se la ha quedado José María Aznar. Con su "volved a casa", el expresidente daba uno de esos titulares que han marcado esta campaña y pedía, sin rodeos, que todos los que ayudaron al PP a lograr su mayor poder territorial vuelvan a hacerlo para que lo conserve.

Y es que Aznar, que estuvo casi ausente en las elecciones europeas -al final solo intervino en un acto- se ha involucrado sin dudarlo en esta convocatoria, ha intervenido en cinco mítines y le ha servido al PP para conectar con los votantes desavenidos.

Los populares llegan a este final contentos de su campaña, que en palabras de un líder regional se ha desarrollado sin fisuras internas y con un discurso unívoco.

Y llegan con la incógnita de en qué medida se trasladará a las urnas el desgaste por haber gestionado la crisis.

La idea general en el partido es que va a ser en esta cita cuando más mella haga el "desahogo" ciudadano contra el PP, y los dirigentes consultados están convencidos de que no ocurrirá así en las generales y Mariano Rajoy volverá a ocupar La Moncloa.

No en vano, hasta él dio por hecho que seguirá siendo presidente, prometiendo en Burgos que inaugurará en 2016 la fábrica de Campofrío.

Rajoy acaba además su periplo dejando claro en todo momento que lo de pactar con otros no le va y no tiene ninguna gana de hacerlo.

Por eso al final de la campaña ha llamado a la movilización de los populares advirtiendo de que no les basta con ganar y alertando de lo "letales" que serían para el país los pactos de "todos contra el PP".

De todos modos, por si dicha movilización no se produce, ya hay algunos candidatos que miran hacia Ciudadanos o que no atacan a este partido pensando en acuerdos postelectorales.

Al fin y al cabo, aunque los populares insistan en que no se creen las encuestas, todos, incluido Rajoy, se las leen.


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