Una historia vieja: buscando a un Voltaire musulmán

Preguntar por qué los musulmanes no tienen un Voltaria es como preguntar por qué los occidentales no tienen un Rumi o Ibn Arabi

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Una historia vieja: buscando a un Voltaire musulmán

Ibrahim Kalın, portavoz de la Presidencia de Turquía

(Artículo publicado en The Daily Sabah)


Los occidentales, que tienen una información superficial sobre el Islam, y los modernistas, que tienen una información superficial sobre la modernidad occidental nunca se cansan de llamar por una reforma en el Islam. No pensemos que eso sea un debate nuevo; basta con acordarse de las discusiones sobre el Islam, reforma, tradición, modernidad y la Ilustración en el siglo XIX. Los estudiosos e intelectuales musulmanes de la época lucharon contra la misma cuestión que aparece en discusiones contemporáneas de relaciones islámico-occidentales y el futuro del mundo moderno de hoy. Algunas de sus respuestas deberían haber solucionado el debate, pero eso no es el caso.

Los que lamentan un Voltaire musulmán no haya aparecido tienen que estudiar la historia más seriamente. Su noción de Islam reformado, no se sabe qué quiere decir, carece de legitimidad religiosa, autoridad moral y profundidad histórica. Su agenda política está clara y requiere ninguna elaboración sutil. Pero su fallo está suficientemente claro y debe ser entendido propiamente para que no repitamos los mismos errores.

La inteligencia otomana tenía interés particular en este debate y proveyó de una serie de respuestas estimulantes que tenemos que estar atentos hasta en el día de hoy.

Además de Rousseau, Voltaire era probablemente el filósofo europeo más popular entre los pensadores otomanos el siglo XIX. Sus obras fueron traducidas y promovidas por una serie de intelectuales, estadistas y periodistas prominentes como: Munif Pachá (1830-1910), que sirvió como ministro de Educación durante el reino de Abdulhamid II, Ahmet Vefik Pachá (1823-1891), quien tradujo al turco “Micromega” de Voltaire; Ahmet Midhat Efendi (1844-1912), quien publicó una novela titulada “Voltaire a sus 20 años y su primer amor” y Beşir Fuad, conocido como el primer positivista y naturalista otomano. Entre otros, Fuad era el promotor más conocido de Voltaire en las esferas intelectuales otomanas con su libro de 139 páginas sobre el filósofo francés antes de que se suicidara a una edad joven.

Voltaire era un iconoclasta de su época. Eso, además de alguna de sus ideas específicas, parece haber captado la imaginación de los intelectuales musulmanes en el siglo XIX. Era considerado como el vanguardista del libre pensamiento, ciencia, progreso y humanismo. Sus comentarios antiotomanos y antiislamicos fueron colocados dentro del contexto socio-político de su tiempo y por eso se había hecho más plasmable. Hasta fue presentado como el defensor razonable del Islam frente a los prejuicios arraigados de los círculos religiosos e intelectuales europeos. Su disgusto por la cristiandad institucional y su defensa del deísmo eran considerados como el resultado natural de su lucha con la autoridad papal y el fanatismo escolástico. En fin, eso era un asunto interno para los intelectuales europeos. El Islam no era el objetivo de tanto criticismo porque se asumía ampliamente que tenía una teología y una estructura institucional muy diferentes.

En un artículo largo sobre Voltaire, Ahmet Midhat Efendi interpreta el famoso drama del autor “Fanatismo o el profeta Mohammed” en un espectro muy diferente. Admite que la obra tiene un enfoque extremadamente despectivo hacia el Islam y su profeta, pero no ve esto como un ataque al Islam, per se. Más bien cree que Voltaire usa la retórica anti-Islam como una táctica literaria para criticar la experiencia occidental de religiosidad. Lo que Voltaire no puede decir directamente sobre el cristianismo dice sobre Islam, pero su principal objetivo sigue siendo la Iglesia Católica. El hecho de que presentara esta obra al Papa lleva un mensaje sutil.

Sin embargo, Ahmet Midhat hace otra argumentación más interesante que nadie debería alegar ser un Voltaire musulmán, porque las circunstancias que propiciaron su alza en Europa no existen en el mundo musulmán. El Islam no dispone de una posición como el Papado, ni ha tenido algo como la Inquisición. Las guerras entre católicos y protestantes no pueden ser comparados con la relación entre sunníes y chiitas. Voltaire buscar llevar la Europa cristiana a donde la civilización musulmana ha estado antes creyendo en Dios y moralidad mientras hace uso completo de la razón, observación, experimentación, libre pensamiento e investigación científicas sin las cargas de la religión institucional. Voltaire es útil para mostrar el camino en el siglo XIX para una nueva síntesis de religión y razón, ciencia y moralidad, comunidad y libertad. Pero no hay necesidad de imitar sus formas de trazar un nuevo curso intelectual y científico en el mundo musulmán. El Islam no necesita reformas, pero los musulmanes necesitan actualizarse. Voltaire en Estambul, El Cairo y Damasco funciona como un pensador idealizado para recordarles a los musulmanes su deber esencial de despertar.

Como muchos de sus contemporáneos, incluyendo Namık Kemal y Jamal al-Din al-Afghani, Ahmet Midhat creía que los europeos daban un paso quantum gracias a las obras de sus científicos y filósofos. Eso eso lo que deben hacer los musulmanes ahora. Ej., reclamar su tradición intelectual mientras estén observando lo que está sucediendo en Europa. Urge a sus lectores a estudiar ambas ciencias del Oriente y Occidente.

Preguntar por qué los musulmanes no tienen un Voltaria es como preguntar por qué los occidentales no tienen un Rumi o Ibn Arabi. El hecho de que los musulmanes no tengan un Voltaire no significa que ellos sepan nada sobre el razonamiento crítico, tal como el hecho de que el Occidente no tenga un Rumi no quiere decir que sepa nada sobre el amor.

Quienes saben las ciencias tradicionales islámicas deben aprender la nueva ciencia del Occidente, y los que conocen la cultura occidental deben entrenarse en la herencia intelectual del mundo musulman, permanecer arraigado en la propia tradición de una persona, pero manteniendo abierto un horizonte sobre el mundo. Conocer a ti mismo y tu herencia propia, pero al mismo tiempo sé abierto para aprender de otros. Eso es lo que los musulmanes necesitan hacer más que buscar confusamente a un Voltaire musulmán.

Eso es lo que muchos intelectuales otomanos opinaban en el siglo XIX. Es triste que después de un siglo y medio el debate no haya progresado mucho y que continúe envuelto alrededor de las mismas dicotomías falsas. Es la hora de prestar atención a la historia y sacar lecciones de ella.



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